Inicio Archivo discografico 16 Lovers Lane: exquisito pináculo de The Go-Betweens

16 Lovers Lane: exquisito pináculo de The Go-Betweens

The Go-Betwwens

En agosto de 1988 la magnífica agrupación australiana liderada por Robert Forster y Grant McLennan cerró en grande su primer ciclo

The Go-Betweens
16 Lovers Lane

Beggars Banquet. 1988. Australia

La grandeza del pop australiano se mide en bandas como The Go-Betweens, en discos como 16 Lovers Lane y en el talento de sus dos cerebros: Robert Forster y Grant McLennan.

En 1988, tras una seguidilla de seis fantásticos álbumes, la banda cerraba un primer ciclo con uno de los más exquisitos discos del pop de los 80, uno de esos que fácilmente pudiera ser catalogado como pop perfecto. Doce años después, los dos fundadores retomarían su trabajo conjunto, editando otras tres joyas, hasta que un ataque cardíaco truncó la vida de McLennan y la banda se terminó.

Con una trayectoria como la de The Go-Betweens, repleta de grandes canciones pero poco éxito comercial, no es difícil concluir que sigue siendo una de las bandas más subestimadas de la historia de la música pop.




Formada en Brisbane, Australia, en 1977 y radicada en Londres luego de su primer álbum, su constancia de casi un disco por año durante los años 80 permitió que el mundo ganara un buen puñado de sensibles composiciones teñidas de sonoridades pop-folk y angulosos textos.

En medio de la vorágine punk, que también tocó las costas australianas a finales de los 70, dos talentosos compositores aún en su adolescencia, Robert Forster y Grant McLennan, obsesionados con la música de Bob Dylan, Credence Clearwater Revival, Velvet Underground y la naciente new wave británica, formaron The Go-Betweens.

Con la inclusión de la baterista Lindy Morrison grabaron el primer LP, Send Me a Lullaby (1981), una semilla que dejaba en claro el potencial que atesoraban. En busca de mayor atención deciden mudarse a Londres y sin pausa conciben Before Hollywood (1983), que contiene uno de sus clásicos: “Cattle and Cane”.

Para el siguiente trabajo, Spring Hill Fair (1984), McLennan abandona el bajo para dedicarse a la guitarra, junto a Foster. El grupo pasa entonces a ser cuarteto con la entrada del bajista Robert Vickers.

Metal and Shells (1985), la primera de las varias compilaciones, precedió a Liberty Bell and The Black Diamond Express (1986), más romántico y pastoral que los predecesores, adornado con cuerdas.

Para entonces, The Go-Betweens ya se había convertido en una banda de culto, siempre en la espera del reconocimiento masivo, que nunca llegó. Con Tallulah (1987) pretendieron penetrar el mercado norteamericano, para lo cual Morrison sustituyó su batería acústica por un set electrónico y Vickers adicionó teclados.

La entrada de Amanda Brown (oboe, flauta, violín) fue una ganancia, pero ni las buenas composiciones compensaron los errores de producción y el sacrificio parcial de su distintivo sonido.




En contraste, el sexto disco, 16 Lovers Lane (1988) fue una inspirada obra cargada de melancólica sensualidad y cierta amargura, aunque su inmensa calidad no fue suficiente para evitar la ruptura del núcleo creativo de la banda. Este disco es, sin duda, un trabajo capital del indie pop, de gran influencia para muchas bandas que surgirían en los siguientes años.

Para la realización de este disco, el grupo había decidido regresar a Australia, razón por la cual Vickers se retiró. Su puesto fue ocupado por John Willsteed. El disco se grabó en medio de la efervescencia sentimental. Forster y Morrison habían terminado su relación, mientras que MacLennan y Brown la comenzaban.

El proceso de composición fue intenso, por primera vez con Forster y McLennan reunidos creando juntos, a diferencia de la historia pasada en que cada uno aportaba canciones y se trabajaban luego en conjunto.

El resultado es probablemente el más sólido puñado de temas hasta aquel momento, reflejo de la mudanza a Sidney, una ciudad en la que trabajaron más cómodos, un proceso que ellos mismos definieron como “la mezcla de la melancolía de Londres y la luminosidad de Sydney”.

16 Lovers Lane refleja equilibradamente el talento de sus dos creadores, tal como Lennon y McCartney en The Beatles. No hay un dominio de uno sobre otro, sino una perfecta simbiosis.

El optimismo de “Love Goes on!” da inicio al álbum, dejando claro que McLennan tenia una clara inspiración: Amanda Brown. Luego, en cambio, “Quiet Heart”, se adentra en un terreno más melancólico.




El carácter acústico se nota especialmente en la maravillosa “Love is a Sign”, que es seguida por “You Can’t Say No Forever”, que recuerda a The House of Love, para entonces comenzando su carrera.

La exquisita y corta “The Devil’s Eye”, con su aire al indie pop acústico de Aztec Camera y The Dream Academy, cierra el primer lado.

El lado B comienza con “The Streets of Your Town”, el tema más conocido del disco, que cuenta con la estupenda segunda voz de Amanda Brown y que fue un éxito menor.

Sigue “Clouds”, otra joya que en este caso también con las decisivas armonías de Brown. “Was There Anything I Could Do?”, también de aroma acústico pero algo más áspero, probablemente tenga influencia de Midnight Oil.

Es seguido por la austeridad de “I’m All Right”, donde afloran las influencias de Lou Reed que siempre tuvieron. “Dive for Your Memory”, cierra el disco de la manera perfecta.




Diez temas, cinco por cada lado del LP, conforman la edición original, que en la reedición en CD de 2004 fue ampliada con otros siete magníficos temas de aquellas sesiones más grabaciones en vivo, mejorando una obra de la que por su perfección no esperábamos nada más.

La década de los 90 vio a Foster y McLennan navegar solos por las turbulentas aguas del indie-pop y la canción folk, editando algunas joyas que tampoco tuvieron la trascendencia merecida.

Pero el espíritu conjunto no se había perdido del todo. La aparición simultanea en 1999 de 78´ Til 79´: The Lost Album, con material de sus primeros tiempos y Bellavista Terrace: The Best of The Go-Betweens, sirvieron de aliciente para la esperada resurrección del grupo.

Así, nos regalaron tres discos que resultaron ser de lo mejor de su rica trayectoria: The Friends of Rachel Worth (2000), Bright Yellow Bright Orange (2003) y Oceans Apart (2005).

La sinergia de Foster y McLennan siempre fue notable, por ello la muerte de Grant010 McLennan representó una pérdida irreparable y el inesperado epitafio para un gran grupo.

Juan Carlos Ballesta


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