Bob Dylan cumplió 80 años y 60 haciendo canciones y no da signos de agotamiento. Repasamos su larga e influyente trayectoria, que incluye el polémico Nobel de Literatura
En 2016, para sorpresa de muchos puristas de la literatura y de personas que piensan que un cantautor no puede estar a la altura de un “verdadero escritor”, el estadounidense Robert Allen Zimmerman, fue reconocido con el más alto de los reconocimientos que se le otorga a un escritor: el Nobel de Literatura.
Por primera vez el premio era otorgado a un personaje ligado intrínsecamente con la música y sobre eso la Academia sueca dijo que el premio es “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”. No es la primera vez que se afirma algo como eso.
Quizá Dylan no necesitaba el premio, como tampoco necesitaba otros anteriores. Los premios y las academias lo necesitan más a él que él a ellos. Lo cierto es que, tal como escribió y cantó en 1964, en 2016 también “los tiempos estaban cambiando”.
El 24 de mayo de 2021, Bob Dylan comienza una nueva década: ya es octogenario
Juan Carlos Ballesta
Desde que irrumpiera en la comunidad folk de Manhattan en Nueva York (adonde había llegado para visitar a su héroe enfermo, Woody Guthrie) con una guitarra, una armónica y un buen puñado de textos cargados de denuncia social, amor y desamor en tono confesional, Dylan se convirtió en el paradigma de los cantautores, demostrando que para cantar no hacía falta una gran voz sino cosas que decir, y decirlas de manera diferente.
No hay un cantautor que haya sido más versionado que él. A los 80 años, 60 años después de comenzar su aventura neoyorquina, sigue editando discos de altísimo nivel.
No es común que un artista de música pop pueda mantenerse vigente durante siete décadas. Menos usual resulta que siga escribiendo grandes canciones después de cumplir 50, 60 y 70 años, algo que pudiera ser más propio de un escritor de ficción o un poeta en la forma tradicional.
Bob Dylan y su eterna vigencia
Bob Dylan es un cronista de su tiempo y lo ha demostrado con cada canción que escribe. Muchas de ellas retratan momentos históricos de gran importancia, pero también las miserias humanas y los sentimientos más puros. Los 16 minutos de «Murder Most Foul» -del monumental Rough and Rowdy Days (2020)- son una muestra fehaciente.
Dylan no hace canciones siguiendo la estructura tradicional con coro y estribillo, son historias, crónicas, reflexiones en prosa llenas de florituras poéticas.
Hay algunos personajes que desafían al tiempo, las modas, los cambios en la industria musical, la tecnología e incluso sus propias contradicciones. Robert Allen Zimmerman, mejor conocido como Bob Dylan, llega a los 80 años con su inspiración a tope, sin atisbos de agotamiento, con una seguidilla de varios discos de estudio fantásticos y el «Never Ending Tour» comenzado en 1998 en pausa obligada por la pandemia.
Time Out of Mind (1997), Love and Theft (2001), Modern Times (2006), Together Through Life (2009), Tempest (2012) y Rough and Rowdy Days (2020) contienen un buen racimo de dardos envenenados y unas cuántas de sus mejores historias, como por ejemplo su particular narración de la tragedia del Titanic en el tema “Tempest”.
A estos discos se unen otros tres en los que revisa la tradición musical norteamericana que tanto lo inspiró en sus comienzos.
En diciembre de 2020, vendió todo su catálogo de canciones -mas de 600- a Universal Music Group por más de 300 millones de $, en lo que se considera el más importante contrato de su tipo en la historia de la música. Dylan y sus descendientes seguirán cobrando como compositor y mantienen el control por derechos de autor

Dylan: de las confesiones íntimas a la crítica política
El aporte e influencia de Dylan en la música popular resulta difícil de cuantificar. Como compositor ha incursionado en la canción folk confesional y la denuncia política, y desplegado una narrativa que se ha movido de los relatos de conciencia a los más alucinados pasajes.
Desde su irrupción con su homónimo debut de 1962 rompió con el mito y la noción que para cantar había que tener una gran voz. Con su voz nasal y su peculiar estilo redefinió el rol de los vocalistas dentro de la música popular.
Ayudado por su guitarra acústica y armónica, en apenas dos años lanzó los primeros discos que lo convertirían, muy a su pesar, en la voz de aquella generación: The Freewheelin’ Bob Dylan (1963), The Times They Are A-Changin’ (1964), Another Side of Bob Dylan (1964) y Bringing It All Back Home (1965).
En ellos aparecen clásicos como “Blowin’ In the Wind”, las críticas “Masters of War”, “A Hard Rain’s a-Gonna Fall” y “The Times They Are A-Changin’”, “All I Really Want to Do”, “My Back Pages”, “Subterranean Homesick Blues”, “The Lonesome Death of Hattie Carroll” y “Mr. Tambourine Man”, entre muchos otros.

Aunque su primera etapa es la que lo posicionó, Bob ha trascendido más allá de la generación que lo transformó en un icono contracultural de cuya voz salían cuestionamientos con los que casi todos se identificaban o descarnadas canciones de amor, desamor, soledad y desarraigo.
Así, sucesivas generaciones han bebido de sus formas y mantenido su nombre como uno de los pilares en la evolución no sólo del country-folk-rock, sino de la canción de autor en términos generales, aún durante su período de menor impacto durante los años 80 y principios de los 90.
Son pocos los interpretes y cantautores dentro del folk-country-rock que no han versionado a Dylan alguna vez, desde Nick Cave a Cat Power, desde Neil Young a PJ Harvey…la lista es inmensa.
En los últimos años ha recibido diversos premios por sus discos y canciones, ha sido la inspiración del soberbio film de Martin Scorsese “No Direction Home”, motivo de varios libros biográficos, e incluso galardonado con el Premio Príncipe de Asturias y el Pulitzer.
A poco más de 60 años de lanzar sus primeros acordes ante la comunidad folk del Greenwich Village de Manhattan, el gran Bob sigue su curso.
Cuándo Bob Dylan se volvió eléctrico
El paso en 1965 de cantante folk acústico a furioso cantautor eléctrico fue la primera señal de su determinación. Así se expuso al mundo pop y desafió a los puristas del folk con obras de gran envergadura como Highway 61 Revisited (1965) -al cual pertenece “Like a Rolling Stone”, la canción que instauró en grande su etapa eléctrica.
En mayo de 1966 emergió el “tour de force”, Blonde on Blonde, un doble álbum de grandes proporciones tras el cual hizo su primera pausa. Su carisma lo ayudó a pasar la prueba del arriesgado paso de cantautor folk acústico al eléctrico que lo identifica desde entonces.
Un pequeño retiro reflexivo lo impulsó a regresar con dos discos que definirían el sonido del country rock: John Wesley Harding (1968), Nashville Skyline (1969) y New Morning (1979), quizá como fruto de la unión a la agrupación canadiense The Band, con la que editó algunos discos memorables como el doble en vivo Before The Flood (1974) o The Basement Tapes (1975).
Tras un silencio discográfico de tres años, en 1973 Dylan reapareció con la música de la película Pat Garrett & Billy The Kid en la que estaba incluido uno de sus grandes clásicos: «Knockin’ On Heaven’s Door»
Planet Waves, de nuevo con The Band siguió en 1974, conteniendo otro de los temas emblemáticos: «Forever Young«. Fue el preámbulo a uno de sus discos fundamentales, Blood on the Tracks publicado en el ecuador de la década de los 70, y que trajo consigo una de sus giras más memorables, Rolling Thunder Revue, solapada con la que siguió con Desire (1976)
Su aversión a la fama se hizo evidente en los años 70, aunque más tarde aprendió a convivir con ella sin atormentarse. Las sucesivas exploraciones religiosas lo llevaron del judaísmo al budismo y luego al cristianismo.
Aquella etapa que arrojó varios discos entre 1979 y 1982: Slow Train Coming (1979)- con Mark Knopfler de Dire Straits en la guitarra-, Saved (1980) y Shot of Love (1981)
Lo poco popular de esta etapa entre sus fans, lo hizo desembocar en una forma menos activa de evangelismo.
Los inciertos años 80 de Dylan
Los años 80, los de menor influencia, arrojaron a pesar de ello algunos trabajos rescatables como Infidels (1983), Empire Burlesque (1985) y en especial Oh Mercy (1989), con el que iniciaría una fructífera relación de trabajo con el productor y músico canadiense Daniel Lanois.
La década de los 90 comenzaría con Under The Red Sky (1990) –producido por Don Was-, y los acústicos Good as I Been To You (1992), World Gone Wrong (1993), dos magníficos discos con versiones de viejos y oscuros temas folk, y Unplugged (1995), grabado en vivo en el programa de MTV.
Ya en el siglo 21, Dylan se convirtió en el artista de más edad en llegar al primer lugar de ventas con Modern Times (2006), un fabuloso compendio de todas sus influencias, del boggie blues al folk rock añejado. Los dos discos previos, Time Out of Mind (1997) y Love and Theft (2001) habían dejado claro que la madurez de Dylan prometía grandes discos.
Los más recientes Together Through Life, Tempest y Rough and Rowdy Ways son extraordinarios testimonios de su vitalidad como autor, en sintonía con los preceptos que durante los últimos años ha repetido en relación al poco interés que le despiertan las nuevas tecnologías de grabación y los formatos digitales.
Canciones teñidas de blues, folk añejado, country fronterizo, retorcido swing sureño y melodías surgidas de bares crepusculares de cualquier carretera polvorienta.

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Dylan: el escritor que canta lo que escribe
Bob Dylan es una necesidad emocional y ahora más que nunca su discurso literario transmutado en canciones, tan válido como quien escribe cuentos, novelas de ficción o crónicas, se hace necesario para entender a la sociedad contemporánea.
La música es en realidad el vehículo ideal para darle rienda suelta a su vena de escritor. Los paradigmas cambian. ¿Qué tiene de particular que la obra y trascendencia de Dylan pueda equipararse a la de Vargas Llosa, Octavio Paz, Albert Camus o William Faulkner?
Son 39 álbumes en estudio, 58 singles, 12 discos en vivo y 19 compilados, 17 Eps, 95 singles, 7 soundtracks, 20 box sets y 15 álbumes de Bootleg Series. Dylan ha publicado unas 600 canciones/textos de su autoría hasta ahora, un cuerpo de trabajo inmenso y de gran impacto.
“That he not busy being born is busy dying” (“Aquel que no está ocupado naciendo, está ocupado muriendo”). Parte de la letra de “It´s Allright, ma (I´m Only Bleeding)” (Está todo bien, ma (Solo estoy sangrando)).
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