La histórica y paradigmática agrupación inglesa de rock progresivo publicó su segundo álbum el 24 de julio de 1970, último con el guitarrista Peter Banks
Yes
Time and a Word
Atlantic. 1970. Inglaterra
En busca de un sonido más denso, el quinteto conformado por la angelical voz de Jon Anderson, el estruendoso bajo de Chris Squire (†), la poli-rítmica batería de Bill Bruford, el angular guitarrista Peter Banks (†) y el puritano organista Tony Kaye, decidió dilatar el sonido de la banda con el acompañamiento de una sección de cuerdas y otra de metales, manteniendo el formato del disco debutante en el cual seis de los ocho temas eran composiciones originales y dos, versiones radicales de piezas de otros compositores.
En esta ocasión, la banda escogería un tema de Richie Havens y otro de Stephen Stills. En este trance orquestal, la idea no gozaba de la venia de Banks y Kaye, lo que resultó en la salida del guitarrista y una mal encarada actitud del teclista.
Time and a Word, pese a tener una buena acogida en Gran Bretaña, dejó un hálito de discordia que finalmente motivó a la banda a una búsqueda estilística dentro del grupo. El Yes orquestado de Time and a Word tendría un debut y despedida, al menos hasta 2001, cuando lanzó el excelente álbum Magnification.
Producido por Tony Colton para el sello Atlantic, nuestro primer encuentro con Time and a Word es la imagen dadaísta de una mujer vistiendo sólo zapatos y con una mariposa en su muslo derecho sobre un piso de recuadros blancos y negros.
El fotógrafo, Laurence Sackman, fue co-responsable, junto a Graphreaks, del diseño de esta atractiva portada que por sexista tuvo en su versión estadounidense la foto del grupo incluyendo a Steve Howe quien, a pesar de estar con la banda para el momento de publicación, no grabó en el álbum pero sí apareció en videos.
Antes de dejar caer la aguja en el vinilo y poder disfrutar los 39’35” de este estupendo álbum, debo decirte que Time and a Word marca el inicio de la estrecha relación entre Yes y el audio ingeniero Eddy Offord quien acá está tras la consola de los afamados Advision Studios de Londres y cuyas experticias sonoras le hicieron otro miembro de la experiencia Yes durante una buena parte de los años clásicos.
Time and a Word inicia con un acorde de Kaye sobre el órgano Hammond seguido de las cuerdas y los metales a plenitud y con toda intensidad. Son los sonidos de la versión de “No Opportunity Necessary, No Experience Needed” de Richie Havens pero con el intro tomado de la banda sonora del western del año 1958 The Big Country de Jerome Moross.
Anderson nos cuenta: “Sal a la noche cuando estés solo, escucha los sonidos que tus oídos no escuchan, se que tu cruz se hace más pesada con cada paso, cada paso, pero se de un hombre que caminaría kilómetros por ti…”
Los pasajes orquestales se entretejen con los del quinteto con un eje rítmico envidiable. Squire, con su robusto Rickenbacker junto a Bruford, es el discreto líder. Los abruptos cortes, las frases del insatisfecho Banks y la magnificencia de las cuerdas, añaden a esta experiencia ya transitada por The Nice y Deep Purple, varios elementos que en conjunto contribuyeron a definir el estilo de Yes, uno que consolidarían un año más tarde con el excelente disco The Yes Album.
En procura de una letra más elaborada con una temática más profunda que la experimentada en el seminal Yes, Anderson nos presenta “Then” con Bruford en un sostenido redoble por demás provocador.
“Y en un tiempo más cercano, la vida entonces será más audaz, las almas serán más complicadas y después la vida será consumada, se unirán los corazones eternamente en nuestras mentes, siempre y cuando seamos nosotros los que podamos cambiarlo…” Más adelante, Anderson nos dice que “El amor es la única respuesta, el odio la raíz del cáncer…”
La existencial lírica es embellecida por las cuerdas. Squire, es insuperable en esta pieza donde la alternabilidad de los miembros del quinteto experimenta breves pasajes de raro atractivo.
El tercer surco del disco es la versión de “Everydays”, una composición del genial Stephen Stills (Buffalo Springfield, Crosby, Stills, Nash & Young), en la que Yes inyecta un poco de jazz.
“Mira las tristes despedidas, cada día matando al tiempo, el sol se alza afuera, no nace hombre alguno en este momento…”, nos dice un Anderson aburrido y menos esperanzado.
Peter Banks, con Kaye al fondo, nos ofrece un solo sin mayores ambiciones aunque efectivo. Banks se apropia de una frase de Bach de un modo subrepticio. Kaye destila también un poco de su talento. La sonoridad de la pieza incluye unos llamativos pizzicatos como floritura.
Yes luego cede espacio a una pringosa “Sweet Dreams” donde Anderson nos recuerda la importancia de la dulzura de nuestros actos. Los bajistas reconocerán el trabajo de Chris como un hilo conductor en esta pieza pocas veces apreciada, una de las favoritas de Trevor Rabin, quien en los 80 sería cómplice de Yes.
La pieza también fue interpretada por Steve Howe en el excelente video concierto Songs from Tsongas lanzado en 2004. “Sweet Dreams” fue compuesta por Jon Anderson y David Foster (†) quienes compartieron en la extinta Warriors.
El lado B inicia con la curiosa “The Prophet”, una canción sobre un hombre que enseña a otros a no seguir a nadie como borregos. La pieza es una muestra de los afectos de Jon Anderson por la música clásica.
El vocalista fundador toma acá un tema de la obra The Planets de Gustav Holst y nos canta: “Hace tiempo un hombre alto narró un antiguo cuento, buscando la verdad de la vida sin hacerlo por hacerlo, encontrando placer en este hogar, sus oídos obedecieron, en su vida un instante de placer sin retraso…”
La orquesta abre espacio a hermosos pasajes que se entrelazan con los del quinteto.
Una más romántica “Clear Days” con un intro de la sección de cuerdas de los estudiantes del Royal College of Music, prosigue el set de ocho temas. “Una vez conocí a una dulce jovencita, su cuerpo era su mundo de amor, su risa era como la felicidad misma, de todos los momentos yo atesoré éste y un día recordaremos, en un día claro amaremos eternamente”.
En el tercer surco del lado B, Yes nos habla del “Viajero Astral”. Peter Banks emerge desde el fondo con un recurrente acorde. Kaye se le une junto al resto de la banda con Jon cantando: “Y en las ruinas de un globo, yacía un hombre sosteniendo unos lentes en lo alto, se preguntaba cuando lo haría de nuevo, volar hacia el cielo en algún lugar de las alturas”
Banks destaca con un solo y la sección rítmica nos deleita una vez más antes de ceder el final al tema título, una de las más hermosas composiciones del catálogo Yes.
Con el intro de guitarra y órgano, Jon nos canta: “Cuando te levantas en la mañana, y abres los ojos ¿ves lo que yo veo?, ¿ves las mismas cosas cada día? ¿Piensas el modo en que comenzarás el día…?
Toda la banda destaca con las armonías vocales y la sección de cuerdas acaricia de nuevo nuestros oídos.
Hay un excelente tema llamado “Dear Father” que por esas cosas de la vida no fue seleccionado para el álbum pero que debió estar en el repertorio de Time and a Word aunque está incluido en el retrospectivo Yesterdays de 1975.
Time and a Word representa la continuación de la búsqueda por un sonido propio bajo un lenguaje distante del blues. Las preferencias del grupo estaban más en el rock, el jazz, el folk y la música clásica.
Todos esos elementos, combinados en torno a un envidiable eje rítmico, fueron decantando en un sonido peculiar que en los años gloriosos nos llevaban por fantásticas historias y mundos inimaginables.
Hoy Yes continúa su historia con Alan White, Steve Howe, Billy Sherwood, Jon Davison y Geoff Downes. Su última obra en estudio con Chris Squire, es Heaven and Earth de 2014.
Mientras, disfrutemos de Time and a Word… “The time is now and the word is love…”
Leonardo Bigott
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