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Yoshimi Battles the Pink Robots: exquisito paradigma de The Flaming Lips

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El primer disco del nuevo siglo de la banda lidera por Wayne Coyne, permanece como una de las piedras angulares de su amplia discografía

The Flaming Lips
Yoshimi Battles the Pink Robots

Warner Bros. 2002. EE. UU.

Pocas bandas en el universo pop norteamericano poseen una trayectoria más extraña y al mismo tiempo tan brillante como The Flaming Lips. Cualquier clasificación que sobre esta banda se trate de hacer seguramente resultará incompleta.

The Flaming Lips entró en el siglo 21 con un sonido consolidado en los dos discos anteriores, Zaireeka (1997) y especialmente The Soft Bulletin (1999). Era el décimo álbum y representa el ecuador de su amplia trayectoria. Su historía era para aquel momento bastante amplia y acontecida, ya casi a las puertas de cumplir 20 años.

Desde su nacimiento 1983 en Oklahoma City, Estados Unidos, The Flaming Lips se ha erigido como uno de los más imaginativos exponentes de la primera generación post punk, bebiendo de la psicodelia, el folk y el pop británico, lo cual le ha permitido concebir desde melódicos pasajes hasta ruidosos asaltos guitarreros.

El grupo fue formado por el guitarrista Wayne Coyne, quien en un comienzo incluyó a su hermano Mark Coyne (vocalista), al bajista Michael Ivins y el baterista Michael English.




Con esa formación se editó el homónimo disco debut en 1985, el cual tuvo poca repercusión. Poco después Mark Coyne abandonó el grupo y Wayne, además de la guitarra líder, asumió el rol de vocalista y principal compositor. Como un trio grabaron los dos siguientes discos, Hear it (1986) y Oh my Gawd!! (1987), hasta que English se retira del grupo.

Con la formación desarticulada, conocen a Jonathan Donahue durante un concierto en Nueva York en 1988, quien daba sus primeros pasos con la agrupación Mercury Rev. Surge entonces una estrecha amistad que lleva a Donahue a integrarse a The Flaming Lips, primero como ingeniero de sonido en Telepathic Surgery (1988) y luego como miembro fijo en el magnífico In a Priest Driven Ambulance (1990).

The Flamings Lips había demostrado un continuo crecimiento, por ello son es firmada por la disquera transnacional Warner. El primer resultado, Hit to Death in the Future Head (1992) tuvo poca trascendencia comercial y de crítica, por lo cual Donahue abandonó para focalizarse en Mercury Rev.

A pesar de la recurrente inestabilidad en el seno del grupo, Coyne se las arregló para redimensionarlo con la entrada del guitarrista Ronald Jones y el baterista Steven Drozd, con quienes graba el sublime Transmissions from the Satellite Heart (1993) y recorre Norteamérica con el festival itinerante Lollapalooza.

Fueron sus primeros 15 minutos de fama. Dos años despúes retornan con Clouds Taste Metallic (1995), que a pesar de ser un trabajo más maduro, la devolvió de nuevo al estatus de banda de culto.

Con la llegada de 1996 sobrevinieron los problemas individuales. Jones desapareció para siempre en busca de elevación espiritual, Drozd estuvo a punto de perder la mano, Ivins casi muere en un accidente de tránsito, mientras Coyne, en medio de un colapso psicológico, le daba vida a unos bizarros experimentos: una orquesta de 40 carros con reproductores sonando al mismo tiempo que bautizó como “Parking Lot Experiment”.

Sin duda esto fue el preámbulo del siguiente disco, Zaireeka (1997).




Compuesto por 4 discos para ser escuchados de forma simultánea, Zaireeka fue una interesante locura que colocó a The Flaming Lips entre las bandas de pop más innovadoras del planeta. El esfuerzo, sin embargo, los mantuvo inactivos un tiempo. Con nuevos ímpetus editan The Soft Bulletin (1999), obteniendo las mejores críticas de su historia, que incluyen distinciones como Disco del Año en varias publicaciones europeas.

Tras una ausencia de tres años, The Flaming Lips volvió en 2002 con el puñado de pequeñas joyas que conforman Yoshimi Battles the Pink Robots, reafirmando el éxito obtenido con The Soft Bulletin.

Fue el momento en el cual la banda logra finalmente una cierta estabilidad en la formación y sobre todo un sonido distintivo que hasta hoy ha sido su sello.

Wayne Coyne (voz principal, guitarras, ilustraciones, mezcla, producción, composición), Steven Drozd (batería, guitarras, teclados, bajo, electrónica, coros, mezcla, producción, composición), Michael Ivins (bajo, teclados, coros, mezcla producción, composición), con la inestimable ayuda de Dave Friedman (composición adicional, producción, mezcla, programación, ingeniería, mastering), le dieron vida a un disco que permanece como uno de los grandes paradigmas de la psicodelia pop del siglo 21 y por supuesto de la discografía de la banda de Oklahoma.

El diseño de arte de George Salisbury con los dibujos de Coyne que muestran a una especie de gran álien o monstruo con muchas antenas y extremidades frente a una niña, es la llamativa puerta de entrada el disco. Es la historia de los “Pink Robots” y la niña que los enfrenta, Yoshimi, un nombre inspirado en la baterista de la legendaria banda japonesa Boredoms, Yoshimi P-We, quien colabora en los coros.

A pesar de que pareciera ser una historia que se desarrolla en el disco, Coyne ha comentado que no se trata de una obra conceptual, aunque en los cuatro primeros temas lo parezca.




El disco comienza con polémica. La excelente “Fight Test” recibió una demanda -que prosperó- por su parecido en la melodía vocal y progresiones de acordes con “Father and Son”, la famosa canción de Cat Stevens del disco Tea for the Tillerman (1970).

Stevens -hoy día Yusuf Islam– fue incluido en los créditos como co-compositor.

La siguiente pieza, “One More Robot/Sympathy 3000-21”, posee una presencia notable de elementos electrónicos, así como una fantástica línea de bajo de Ivins.

Enseguida aparece el tema título, que está dividido en dos partes. La primera es una maravilla vocal envuelta en sintetizadores, cajas rítmicas y guitarras acústicas. La segunda es una especie de outro instrumental con toques de psicodelia dub y funk

El tema más largo es “In The Morning of the Magicians”, una joya de delicado desarrollo, con sintes y gloriosas capas de teclados, sosegada caja rítmica que se hermana con la batería, una línea de bajo única, cristalinas guitarras acústicas y la voz de Coyne brillando.

Pocas canciones más perfectas que esta.

Ego Tripping at the Gates of Hell” continua el viaje. De nuevo el bajo conduce la canción, secundado por un ritmo de cierto aroma funk. Los teclados crean un colchón de nubes sobre las que reposan la voz y las guitarras acústicas.

Are You A Hypnotist?” en cambio está conducida por una batería más contundente que todas las anteriores, alrededor de la cual se teje el entramado de sintes y teclados, un bajo menos protagonista, mientras Coyne canta sobre un desengaño amoroso




It’s Summertime” es un tema que irradia nostalgia y melancolía, con una guitarra y capas de teclados que refuerzan esa sensación que Coyne canta: “Es verano / Y puedo entender si todavía te sientes triste / Es verano / Aunque es difícil ver sus verdaderas posibilidades / Cuando mires adentro, todo lo que verás / Cuando mires adentro, todo lo que verás / Es una tristeza interior autorreflejada / Mira afuera / Sé que reconocerás que es verano / Mira afuera / Sé que reconocerás, es verano

Si hasta este momento, el disco era ya glorioso, faltaba aún la guinda. “Do You Realize?”, una canción que Coyne escribió para Drozd, quien para entonces pasaba por momentos muy complicados enganchado a la cocaína y con la muerte de su padre muy reciente.

“¿Te das cuenta de que tienes la cara más hermosa / ¿Te das cuenta de que estamos flotando en el espacio? / ¿Te das cuenta que la felicidad te hace llorar? / ¿Te das cuenta de que todos los que conoces algún día morirán? / …Y en lugar de despedirte de todos, hazles saber / Te das cuenta que la vida va rápido / Es difícil hacer que las cosas buenas duren / Te das cuenta de que el sol no se pone / Es solo una ilusión causada por el mundo girando

El tema pasó a ser el más popular de The Flaming Lips, inamovible de los setlists de los conciertos que han seguido en 20 años.

Los dos últimos temas contribuyen a terminar de redondear un disco realmente paradigmático y atemporal.

Son ellos el exquisito “All We Have is Now” y el poderoso instrumental “Approaching Pavonis Mons by Balloon (Utopia Planitia)”, en el cual parecen sonar unas trompetas no acreditadas.

Yoshimi Battles the Pink Robots conserva intacto su encanto. Podría haber sido grabado hoy, o hace 30 0 40 años. Su tratamiento de la melancolía y su influencia en el amor, la mortalidad, el pacifismo, las decepciones y otros asuntos de las emociones, son pincelados mientras se cuenta la historia de la batalla de Yoshimi.

La constancia de Wayne Coyne y su desbordado talento estaban en un momento álgido, pero lo más notable es que The Flaming Lips ha sobrevivido a todos los cambios de formación, excentricidades y actitudes erráticas, mientras construye un prolífico, creativo, distintivo e inmortal cuerpo de trabajo.

Juan Carlos Ballesta


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