El 18 de mayo de 1980 el joven mancuniano de 23 años, a las puertas de la gira norteamericana con Joy Division, se ahorcó en su casa
Aquel día ocurrió la tragedia que solo algunas de sus letras para Joy Division parecían anunciar y nadie supo anticipar.
Ian Kevin Curtis tenía solo 23 años cuando decidió ahorcarse con un tendedero la mañana de aquel domingo gris, luego de beber una jarra de café, envenenar la comida de las palomas que visitaban su terraza, ver la película “Stroszek” de Werneg Herzog y terminar una botella de whisky.
Mientras construía su fatídico ritual, escuchaba el disco The Idiot de Iggy Pop, uno de sus héroes musicales junto a Lou Reed y David Bowie.
Faltaban pocos días para que Joy Division iniciara la primera gira por Estados Unidos y todo parecía apuntar a que la banda comenzaría un imparable ascenso. Pero Ian no estaba preparado para afrontar el éxito, las entrevistas, la fama…Ni siquiera podía manejar el estrés ante pequeñas audiencias.
Comenzaba ese día el mito de un joven torturado por sus problemas con la epilepsia y la depresión, por su imposibilidad de decantarse por alguna de las dos relaciones que llevaba en paralelo (con su esposa Deborah y la periodista belga Annik Honoré) y de lo que nació su canción más conocida (“Love Will Tear Us Apart”), su torpeza como padre de una bebé que no tenía ni un año, y por un entorno poco amigable.
Su banda apenas arrancaba una carrera que apuntaba lejos. El, sin embargo, seguía viendo la vida en blanco y negro.
A lo largo de 40 años su muerte ha estado envuelta por un halo de trágico romanticismo que ha desembocado en la sublimación de un hecho que ya ha pasado a formar parte del anecdotario del rock y al listado de obituarios recurrentes cada año.
El álbum debut de Joy Division, Unknown Pleasures (1979), era una rara avis que por su crudeza y atmósfera opresiva y sombría había levantado el interés de muchos jóvenes que formaban parte de una generación que se sentía sin futuro. Curtis realmente nunca pudo disfrutarlo a plenitud, más bien interpretarlo era una difícil carga.
El nihilismo de la era punk funcionó como un detonante y así lo reflejaron Bernard Summer, Peter Hook, Stephen Morris e Ian Curtis en los escasos dos álbumes que grabaron. El segundo, Closer, se publicó en julio de 1980, dos meses después del suicidio. Para ese momento el duelo comenzaba a mutar en New Order.
Ian Curtis dejó tras de sí más enigmas que certezas, pero sobre todo un puñado de canciones telúricas y eternas.
Juan Carlos Ballesta
¿Interesado en comprar éste u otro disco de Joy Division, o merchandising? Como un Afiliado de Amazon, recibimos una comisión por compras realizadas. Gracias
Productos de Joy Division en España
Productos de Joy Division en Estados Unidos