Siguiendo su retiro de Velvet Underground, el polifacético músico y cantante irlandés publicó su estupendo debut solista el 25 de marzo de 1970
John Cale
Vintage Violence
Columbia. 1970. Gales/EE UU
A mediados de la década de los 60, John Cale fundó junto a Lou Reed (†), Angus MacLise y Sterling Morrison, una de las más llamativas y ambiciosas propuestas musicales, Velvet Underground.
Cale, hijo de un minero y una maestra, nació en Garnant, Gales, el 9 marzo de 1942. En su infancia, Cale habría sido víctima de un sacerdote anglicano y un maestro de música quienes abusaron de él sexualmente, hecho que muy probablemente influyó en su desarrollo artístico.
Alumno de la Universidad de Londres y Goldsmith College, Cale descubrió su afecto por la viola y posteriormente por el bajo, la guitarra, los teclados y la voz.
Antes de su efímera estancia en la seminal Velvet Underground, mientras era estudiante, John Cale organizó un pequeño festival de la entonces llamada “nueva música” para una comunidad artística multi disciplinaria conocida como Fluxus y que fue influyente en esa década y la siguiente.
John Cale estableció residencia en Nueva York en 1963, estando al año siguiente, y por cuatro años más, con la emblemática VU, banda cuya música había sido un hito del movimiento avant-garde durante la convulsa década de los 60.
Con Velvet Underground, Cale grabó los dos emblemáticos primeros discos, Velvet Underground + Nico y White Light/White Heat, antes de dejarla n 1968 por desavenencias con Lou Reed.
Sumado a ese interesante período donde personajes como Andy Warhol se cruzaron en la vida del galés, hay que recordar que Cale ha transitado por más de cinco décadas los más arriesgados caminos de la experimentación sonora con excelsos colaboradores como Nico, Brian Eno, el Theater of Eternal Music del icónico La Monte Young, el eximio John Cage, The Stooges, Patti Smith, Squeeze y otros músicos de una selecta lista que han contribuido notablemente al desarrollo de la música.
El cantautor, multi instrumentista y productor galés, merecedor de la Orden del Imperio Británico (OBE por sus siglas en inglés), es poseedor de una importante discografía en solitario que abarca unos 16 discos que incluyen al aclamado Music For A New Society de 1982 y nuestro celebrado primogénito solo álbum, Vintage Violence de 1970.
A esa lista debe sumársele otra que incluye más de veinte participaciones en bandas sonoras y scores.
A lo largo de estos 50 años, son muchos los puntos altos de su dilatada carrera. Desde su coqueteo con el punk en los 70, con lo comercial en los 80 y su asociación con músicos nada convencionales como el francés Héctor Zazou en los 90, Cale se mantiene en el presente como una fuerza innovadora asociada en estos últimos 15 años a legendarias figuras como Leonard Cohen y otras más recientes como el cantautor Alejandro Escovedo.
Su prestigio le ha llevado a participar en un sin número de festivales y conciertos y, entre sus actividades más recientes, está su participación junto a Marissa Nadler, la cantautora bostoniana miembro de Xasthur.
El primer racimo de canciones de Cale
Once piezas conforman nuestra celebrada producción de John Cale y Lewis Merenstein, que realizada bajo la audio ingeniería de Jim Reeves y Don Meehan nos atrae con la foto-portada del rostro de Cale en un máscara plástica transparente. La imagen es obra de Isi Valeris.
Nuestra máquina del tiempo nos lleva a ese importante momento en el cual John Cale es acompañado por el guitarrista y cantante Garland Jeffreys, el pianista Stan Szelest, el guitarrista Ernie Coralla, el baterista Sanford Konikoff y el bajista Harvey Brook. Con Cale liderando la ruta en el bajo, la voz, la guitarra y los teclados, esta “añeja violencia” inicia con las composiciones, “Hello, There”, “Gideon’s Bible” y “Adelaide”.
La primera es una pegadiza canción rock donde John nos relata: “Buscando un cambio en el día, no he estado antes aquí, hay que culpar esa línea en mi pie…”
Destaca un sencillo solo de piano que nos lleva al final. La segunda canción, más melodiosa y cadenciosa que la anterior, nos dice: “Sosteniéndome con ambos ojos a cosas que no existen, mirando a través de una muñeca cortada, a la codicia de la abuela…” , el cálido solo de guitarra nos envuelve antes de ceder el espacio a la siguiente pieza donde el cantautor galés nos ofrece un poco de blues.
En esa primera tríada John Cale no se apoya en excentricidades sino en la sencillez y calidez de una letra y música bien cohesionadas.
En los otros tres temas que completan el lado A, Cale mantiene más o menos la misma tónica. En “Big White Cloud” nos habla de esa “gran nube blanca” que yace sobre él y donde apreciamos un ligero eco.
En “Cleo” nos dice: “Cleo, Cleo no vendrás a juguetear…” Una seductora propuesta donde escuchamos al piano y la guitarra destacar.
Iniciando con el piano, “Please” también abre un poco de espacio extendiendo las frases.
Cale nos dice: “Por favor, no me ayudarás, estoy envejeciendo hace millones de años, no me ayudarás a estornudar, me he resfriado…”, para luego desarrollar un poco más el lado instrumental de la pieza.
“Charlemagne”, “Bring It Up” y “Amsterdam” abren el lado B.
Cale nos canta en la primera: “El gerente está esperando que le paguen, junto a los diáconos y sacerdotes de su corte…” Con un poco más de cinco minutos es la más extensa del disco y está relacionada con el músico y artista visual neoyorquino Charlemagne Palestine.
La ondulada pieza es una de las más atractivas de este álbum donde hay algo de crónica social. Voces y guitarras nos cautivan. Hacia el final de la pieza, una breve y reiterada frase al piano nos va llevando.
Un dejo a country escuchamos en “Bring It Up”: “Todos rezan por que llueva y la nieve caerá sobre mí, perdido en el desierto pistola en mano y con las langostas tras de mí”.
El cambio más radical lo encontramos en “Amsterdam” donde un Cale más íntimo, solo guitarra en mano nos dice: “Ella regresó de Amsterdam y creo que le hizo bien el viaje, su rostro ha perdido el tacto, la historia refleja su soledad, pero aún la amo…”. La rasgada progresión de acordes se desvanece hasta el final.
“Ghost Story” y “Fairwether Friend” culminan nuestra “añeja violencia.
El sonido del órgano Hammond, muy en boga por aquellos días, se abre paso para esta “historia de fantasma” donde Cale nos narra: “Eran las siete de la mañana, demasiado tarde para lidiar con el día, en casa tan sólo eran las 2:30, la piel de mis muñecas tornándose gris…”
Cale impregna un poco de dramatismo con su ocasional ronca voz. El solo de órgano es simple pero dando al tema una textura y color diferentes al tema, que en algo, recuerda a aquella banda llamada Greenslade. Poco después del punto medio todo se va desvaneciendo hasta el final.
Un rock ´n´ roll directo al corazón titulado “Amigos del buen tiempo” pone fin a Vintage Violence, donde un animado Cale nos canta: “No tienes que preocuparte por el emisario francés…”
John Cale, como en todo el álbum, adopta una aproximación orgánica que se desplegará en el tiempo en otras direcciones. Sin embargo, este primer intento es muy efectivo desde donde se escuche. Hoy, una verdadera gema del rock.
Cierto es que mucho agua ha corrido desde aquellos días donde incluso Cale participaría en grabaciones de The Who y The Kinks. En fin, una engrosada carrera musical llena de disímiles experiencias que hoy tiene su recompensa en uno de los músicos más osados del rock.
Les debo mucho sobre John Cale, por ahora cantemos celebremos su primer Long Play dándole vueltas 50 años después.
Leonardo Bigott
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