El 18 de junio de 1982 el reformado cuarteto inglés publicó el segundo álbum de la fantástica trilogía tricolor de los años 80
King Crimson
Beat
EG Records. 1982. Inglaterra
Una corchea sobre fondo azul fue el diseño de portada de Rob O’Connor para enamorarnos a primera vista. El 18 de junio de 1982 King Crimson lanzaba al mercado discográfico un álbum con una propuesta tan accesible, fresca y a la vez compleja como su anterior trabajo, Discipline (1981), liderando así el camino del progrock para la década que recién iniciaba.
El factor Fripp, verdadero Rey Carmesí, continuaba siendo provocativo e innovador. En esta ocasión su fuente de inspiración fue el vigésimo quinto aniversario de la novela En el camino (1957) escrita por Jack Kerouac, icono de aquello que se dio por llamar la era beatnik.
Robert Fripp, contrario a la tradición del grupo, mantuvo el genial cuarteto que conformaba con el guitarrista y vocalista Adrian Belew, el baterista Bill Bruford y el bajista/stick Tony Levin.
Esta formación también sería la misma para el siguiente álbum Three Of A Perfect Pair (1984) que completaría el tricolor rojo-azul-amarillo. Esta trilogía tan apreciada por los amantes del género, proyectó a la banda aún más dentro de la corriente vanguardista de la cual ha sido y sigue siendo el más alto representante.
“Neal and Jack and Me” es el tema que abre el álbum. Inician las guitarras, Bruford redobla y la historia comienza: “Soy ruedas, estoy moviendo ruedas / Soy un Studebaker Coupé de 1952 / Soy un Starlite Coupé / En route… Les Souterrains / Des visions du Cody… Sartori in Paris”
La composición hace mención a obras de Kerouac en francés. Una sostenida rítmica con el punteado bajo de Levin y las incidencias de Fripp y Belew nos van llevando a un feliz término para conectar con una balada a lo KC titulada “Heartbeat”:
“Necesito sentir tu latido tu latido / Tan cerca de mí, se siente como si fuese el mío / Todo mío / Necesito sentir tu latido tu latido / Tan cerca de mí, se siente como si fuese el mío / Todo mío / Recuerdo como se sentía / Mis manos en tu cabello/ Manos en tu cabello”
Tanto en su letra como en su música, el Rey pareciera no querer dar ni la más mínima mirada a tiempos pasados donde flauta, teclas y guitarra acústica propiciaban un romance más delicado. Tal vez eran los tiempos, así que no dudo en afirmar que Fripp sólo miraba y sigue mirando hacia adelante.
La altura de la música es sostenida dando un aire minimalista sin rayar en lo obstinado del temperamento. Hay un efecto de guitarra en reversa que le da cierta dulzura a la composición. Esta vez era el new wave en pleno, la influencias notables de Talking Heads, de donde provenía Belew.
Beat continua con un instrumental llamado “Sartori in Tangier”. El inicio de esta pieza es a bajo volumen. Abruptamente emerge la sección rítmica y se van incorporando después Belew y Fripp.
Batería y guitarra delinean la columna vertebral de la pieza donde ese sonido angular que caracteriza a Fripp, destaca. El final es igualmente abrupto. A este instrumental le sigue “Waiting Man”, la oportunidad perfecta para Bruford quien se embarca en una rítmica que parece emular a una kalimba, lo cual se traduce en una sonoridad tribal africana realizada con lo que en aquel momento eran unos novedosos pads electrónicos.
Entre versos destaca la experimental sonoridad de la guitarra de Belew quien siempre nos ha sumergido en las más profundas atmósferas en sus trabajos como solista. Al inicio, él nos dice:
“Regresa… regresa / Verás mi regreso / Mi rostro de retorno está sonriendo / Sonrisa del hombre a la espera / Pronto estaré en casa pronto, pronto, pronto / Pronto lloraré en tu hombro / Tu hombro contra mis ardientes lágrimas”
En aquellos días de LP había que dar la vuelta. El lado B iniciaba con uno de los temas más directos, instrumentalmente hablando, del extenso catálogo King Crimson. Belew luego nos volaba los sesos con…
“Buenos días, 3 am en esta gran ciudad que ruge / Llena de comedores de basura devastando aparcaderos / Bajo la ventana de mi plaza veo un chita…”
Me detengo por un momento leyendo los abrasivos versos de “Neurotica”, exasperante tema en el más efectivo lenguaje de esta inusual banda. Aunque paradójico, pareciera una especie de caos controlado con la azorada voz de Belew sobre los versos y un sonido de guitarra en reversa al fondo que decanta en suaves pasajes que retornan una y otra vez a la estridencia.
En esa era cuyo esplendor ocurrió en los 50, «Neurotica» era el nombre de una revista emblemática. Es importante destacar que el intro de Frippertronics (efecto patentado por Fripp y sugerido por Brian Eno) fue tomado de “Hååden Two”, tema del primer álbum de Robert Fripp titulado Exposure (1979) y que altamente recomiendo para el estudio del género en sus dos versiones.
“Two Hands”, es el punto de inflexión. Delicada, atractiva y la oportunidad de Bruford para dejar caer tras las guitarras lo que describo como ‘gotas de madera’. Con vacilante dulzura Adrian canta…
“Oh, se están tocando / Se están tocando el uno al otro / Se están sintiendo / Se empujan y mueven / Y se aman el uno al otro / Encajan juntos como dos manos / Soy un rostro / En la pintura de un muro / Poso y me estremezco / Y veo desde el pié de la cama / A veces pienso que puedo / Sentir todo”
La dulzura da paso a un temperamento contrario en “The Howler”, inspirado en un poema beat de Allen Ginsberg llamado “Howl” (Aúlla).
“Aquí está el ángel del deseo del mundo / Puesto a juicio / Para esconderse envuelto en las siluetas de un callejón / Con cigarrillo enrollado / Para golpear las voces que pasan / Oscuras y sospechosas / Aquí está la ira de los aullidos”
Fripp inicia con Frippertronics la última pieza, “Requiem”. Como cada álbum de la trilogía antes mencionada, King Crimson dejó los temas de extensa escala que era usual en la banda hasta 1974 con Red, para ofrecer composiciones mucho menos extensas que rara vez alcanzaban los cinco minutos pero siempre dejándonos al menos una en ese formato más extenso por cada álbum.
Este instrumental es otro episodio caótico que culmina con Levin y la guitarra ambientando.
De algún modo Fripp y su séquito repetiría esta estructura en Three Of A Perfect Pair (1984), para luego dejar que el Rey se embarcara en una ópera contemporánea al estilo de Glenn Branca en una tríada de doble trío en los álbumes Vroooom, Thrak y ProjeKcts con la cual cerraría el milenio.
Leonardo Bigott
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