El undécimo álbum del aventurado grupo liderado por Robert Fripp fue otro brutal experimento de doble trío, con dos baterías, dos bajos y dos guitarras
King Crimson
THRAK
Virgin/DGM. 1995. Inglaterra
King Crimson son dos palabras que en el mundo del rock intimidan a algunos y estimulan a otros.
El indiscutible Rey de esta corte, Robert Fripp, no ha cesado de sorprendernos con cada disco que edita y con cada encarnación que desarrolla a partir de ideas nada ortodoxas.
Una muestra de ello es el más reciente formato, adoptado en 2016, un septeto conformado por tres bateristas, dos guitarristas, un bajista y un saxofonista. Sin embargo, lo relevante no ha sido tanto el formato adoptado sino el peso específico de quienes lo conforman.
Esa siempre ha sido la constante de esta agrupación que se reinventa una y otra vez ofreciendo una música altamente estimulante, compleja, esporádicamente hermosa y muy distante de fórmulas preconcebidas que desde su mismo inicio en 1969 con In the Court of Crimson King, hasta el presente ha creado una fervorosa audiencia capaz de asumir los retos de un grupo de genios que subsisten bajo esas dos palabras cuando el Rey así lo disponga.
En 1994 King Crimson editó un EP (Extended Play) llamado Vrooom, siete temas ofrecidos en parte como abreboca al lanzamiento de nuestro festejado álbum de hoy.
THRAK se convertiría en el décimo primer álbum en estudio de King Crimson y el primer álbum en estudio desde el lanzamiento de Three Of A Perfect Pair (1984), último de la trilogía que conformaban Discipline (1981) y Beat (1982).
Este estupendo CD resulta de la sinergia existente entre los guitarristas, Robert Fripp y Adrian Belew, este último vocalista líder; el bajista, Tony Levin; el interprete del Warr Guitar y el Chapman Stick, Trey Gunn; la percusión de Pat Mastelotto y la batería de Bill Bruford.
Este álbum grabado en Real World Studios de Londres bajo la producción de David Botrill y la propia banda, nos recibe con lo que pareciera una metálica imagen, parte del diseño de Bill Smith Studio.
Ya desde el inicio del repertorio puede apreciarse al sexteto en el punto central del sistema de audio y posteriormente con cada trío a uno y otro lado del estéreo. La mitad del repertorio está conformado por temas instrumentales que en conjunto son considerados como “brutal” por algunos críticos.
Este set, desplegado a lo largo de 56’11”, inicia con “Vroom”, un estruendoso instrumental con toda la textura de un buen “metal” y cercano al clásico “Red”, al que Fripp le ha intercalado una arpegiada eléctrica.
Levin y Gunn añaden mayor profundidad. La pieza tiene momentos muy sublimes que se entrelazan con texturas ásperas. Ese entramado es uno de los atractivos.
Nota el cambio de temperamento cuando este primer tema se diluye en el final, “Coda: Marine 475” donde un sonido más industrial invaden nuestro sentido auditivo. En el tema puede apreciarse una voz aunque distante.
El tercer tema de los 15 que conforman la colección de piezas es “Dinosaur”, otro estridente tema que se torna menos áspero para que Belew nos relate: “Hace mucho tiempo y lejos de aquí en una época diferente, cuando era un chico tonto, fosilizadas fotos de mi vida entonces, ilustran cuan presa fácil he debido ser… Parado bajo el sol como un idiota, algo así como un monumento, soy un dinosaurio, alguien cava en mis huesos”
Este tema es seguido de “Walking on Air”, el más dulce momento del disco que de algún modo recuerda al John Lennon del álbum Imagine (1971) en “Jealous Guy”.
Es una hermosa melodía en el más fino lenguaje Beatlesque de Fripp y Belew, quien nos canta: “Cierra tus ojos y mírame parado a tu lado entre el azul profundo del mar y el cobijo del cielo, estamos sin encontrar palabras que decir al ritmo de las olas, donde ambos nos rendiremos…”
En los siguientes cuatro minutos, “B’Boom” nos ofrece los talentos de la percusión de Bruford y Mastelotto. La pieza es un radical contraste y una caricia rítmica a nuestros oídos que luego son expuestos a “THRAK”, retornando así a las tormentosas sonoridades del sexteto.
Es una pieza exploratoria llena de un aire misterioso. Presta atención a como la sección rítmica y las guitarras se desarrollan.
Tras esas metálicas frases la voz de Belew retorna en “Inner Garden I”, un tema delicado pero misterioso donde nos canta: “El otoño ha regresado a descansar en su jardín, vino a pintar a los árboles con vaciedad, sin perdón, muchas cosas ha ocurrido incompletas, como las hojas en el suelo y repentinamente ella comienza a llorar”.
Esa breve instancia se une a “People”, otro dramático y a la vez pegadizo momento con ritmo funk en el cual nos dicen los Crims: “La gente vuela, se libera, la gente clama y dice que no fue, gente pez y gente carne, gente armada hasta los dientes, sí, tienes gente en el metro, caminando en la luna y en el fondo del mar, gente en tumbas y gentes en iglús e incluso una tribu de pigmeos”.
Esta pieza abre espacio a la breve “Radio I”, un pasaje sonoro de casi 45 segundos que se une a la fantástica balada “One Time”, donde la sección rítmica abre y Belew nos dice: “Un ojo ríe, el otro llora, entre los ensayos e intentos de una vida, una mano está atada y un paso queda atrás, en un aliento estamos muriendo, he estado esperando que salga el sol, esperando que la lluvia se detenga, esperando que caiga un centavo, una vez”
El tema es otro de los puntos altos del disco.
Las siguientes breves piezas son las segundas partes de los pasajes sonoros anteriores, “Radio II” e “Inner Garden II”. En la última Adrian Belew nos dice: “Ahora Roma viene a sentarse en su jardín, rozando la brisa con los recuerdos, cuando había una habitación en pálidos tonos amarillos, su habitación con vista en donde el amor hacia la cama de felicidad…”
Una cruda “Sex Sleep Eat Drink Dream” es la primera de la tríada final. Belew articula palabras que expresan los elementos más básicos de la existencia: “Fornicar dormir comer beber soñar…”
En primera instancia, la pieza resulta tan repulsiva como reflexiva. Luego nos dice: “primitiva tribal manzana huevo vegetal anguila, tengo una nueva canoa pero sin ruedas…”
Con voz distorsionada, su curiosa rítmica y explosivas instancias este tema debe estar entre los “hard core” fans del grupo. ¿Qué tiene King Crimson que nos hace sentir sadomasoquistas?
Los últimos dos temas son “Vroom Vroom” y “Vroom Vroom: Coda”. Fripp nos lleva a 1974 y el tema “Red” con un fragmento inserto en la primera.
Es King Crimson en su máximo esplendor tonal con Fripp liderando el camino. Finalmente, como si fuese un marcha macabra “Vroom Vroom: Coda” culmina el álbum.
A partir de THRAK, King Crimson se volcaría hacia un sonido más abrasivo con pocos momentos de dulzura. Discos como Thrak Attak (1996), The Construktion Of Light (2000) y The Power To Believe (2003), los últimos con Belew, son tres ejemplos.
En su edición de 2016 con los bateristas Pat Mastelotto, Gavin Harrison y el fallecido Bill Rieflin; Mel Collins en saxo y flauta; Tony Levin y Trey Gunn; Jakko Jakszyk en voz/guitarra y Robert Fripp en la guitarra y los “paisajes sonoros”, King Crimson se mantiene como un sólido sobreviviente del progrock que ha sabido renovar sus alianzas para mantenerse a la vanguardia de nuestros tiempos.
Su más nueva adquisición es Jeremy Stacey, baterista y teclista ex miembro de la banda británica The Lemon Trees.
Mientras, demos marcha atrás y disfrutemos una vez más del magnífico THRAK.
Leonardo Bigott
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