El 25 de mayo de 1973 vio la luz el paradigmático álbum debut que catapultó al músico inglés e inició el gran catálogo de Virgin Records
Mike Oldfield
Tubular Bells
Virgin Records. 1973. Inglaterra
Pocos debut alejados de las premisas del mercado musical han causado tanto impacto como Tubular Bells, producto de la imaginación y talento del joven guitarrista inglés Mike Oldfield. Fue el álbum que inauguró el maravilloso catálogo del sello Virgin, gracias a la confianza que sus propietarios Richard Branson y Simon Draper depositaron en él.
En los primeros meses no vendió tan bien, quizá porque aún el sello estaba naciendo y la compleja naturaleza de la obra no la hacía tan inmediata, pero el breve pasaje escogido para la película The Exorcist, estrenada en diciembre de 1973, lo puso en el mapa e hizo que millones compraran el LP y lo llevaran a los primeros puestos de venta en 1974.
Ese impulso que recibió gracias a la premiada película de William Friedkin hizo que Tubular Bells destronara en el primer lugar al segundo disco de Oldfield, Hergest Ridge (1974). Al finalizar los 70, Tubular Bells ocupaba el tercer lugar entre los álbumes más vendedores en Gran Bretaña durante esa década.
Sin duda, un fenómeno inusual que convirtió al disco en un paradigma que Oldfield jamás ha podido superar y que lo llevó a realizar tres secuelas, Tubular Bells II (1992), Tubular Bells III (1998) y The Millennium Bell (1999), además de la versión orquestada que en 1975 realizó David Bedford (The Orchestral Tubular Bells).
Enraizado con su época en la que no era nada extraño que un disco tuviera una pieza por cada lado, Oldfield, con apenas 19 años, abordó con meticulosidad esta larga composición partida en dos partes, en las que tocó más de 20 instrumentos y tuvo que hacer maromas técnicas con el Ampex de 16 canales que poseía Manor Studios de Londres donde fue grabado.
Antes de grabarlo ya Oldfield había demostrado su precoz talento junto a The Whole World, la banda que acompañaba al gran Kevin Ayers desde que se separó de Soft Machine a finales de los 60.
Su participación como bajista y ocasional guitarrista líder en los fantásticos y lunáticos discos Shooting at the Moon (1970) y Whatevershebringswesing (1971), junto a maravillosos músicos como los saxofonistas Lox Coxhill y Didier Malherbe, el teclista David Bedford y el baterista Mike Fincher, entre otros, contribuyó a su aprendizaje y a acometer una ambiciosa obra casi en solitario.
Durante aquellas grabaciones con Ayers en Abbey Road que duraron meses, Oldfield, con 17 años, llegaba mucho más temprano para experimentar con una gama de instrumentos disponibles, entre ellos glockenspiel, clavicordio, órgano, mellotron y percusión de orquesta. Antes de ello, siendo un adolescente, Mike junto a su hermana cantante Sally, crearon el dúo folk The Sallyangie, editando un único disco.
El primer punto de inflexión fue cuando Ayers le prestó un grabador portátil de dos pistas con el cual Mike grabó sus primeros demos, modificándolo para poder “convertirlo” en en un grabador de cuatro pistas.
Con guitarras, bajo, percusión de juguete y el órgano Farfisa de David Bedford, grabó tres cortos temas y uno más largo (“Opus One”) inspirándose en la banda Centipede y en la pieza “A Rainbow of Curved Air” en la cual su compositor Terry Riley toca todos los instrumentos.
Ese fue el demo que terminó en manos de Branson y Draper y que detonó el interés en grabar las ideas completas que Oldfield había encubado por meses en su cabeza.
Desafiando las recomendaciones que indicaban que el tiempo de cada cara de un disco de vinilo no debería extenderse mucho más de 20 minutos, Oldfield ofreció una primera parte por encima de los 25 minutos y medio y un segundo lado por encima de los 23. En 1973 eso escapaba de la norma y solo el alemán Klaus Schulze acostumbró a realizar discos aún más extensos.
El ambicioso disco fue un auténtico tour de forcé para un músico con apenas experiencia. Una deliciosa mezcla de folk británico con pinceladas de rock progresivo y reminiscencias psicpdélicas.
Aunque tocó una amplia gama de instrumentos que le había encargado al sello Virgin contratar, en realidad todas las guitarras que aparecen en los créditos son en realidad una sola (“fuzz guitars”, “guitars sounding like bagpipes”, “speed guitar”, “mandolin-like guitar”), una Fender Telecaster de 1966 utilizada por Marc Bolan.
En la parte final de la primera parte, el poeta y cantautor Vivian Stanshall (de Bonzo Dog Doo-Dah Band) va anunciando, uno a uno, la entrada de cada instrumento y la modalidad en que se van sumando: “glockenspiel”, “bass guitar”, “double speed guitar”, “spanish guitar and introducing acoustic guitar”… hasta llegar a “tubular bells”, cuya pronunciación dio la idea a Oldfield de titular así el disco.
La densidad instrumental va cediendo hasta que queda sola una exquisita guitarra acústica que cierra aquel memorable lado A que fue grabado en 1972.
Luego de las navidades, Oldfield retornó al estudio y entre febrero y abril de 1973 grabó el lado B, que resultó en una acabada pieza de artesanía sonora que terminó de reflejar todas sus inquietudes e ideas, desde los ambientes más pastorales hasta los más rockeros (para lo cual contó con el baterista Steve Broughton).
Aunque Oldfield jamás pensó en presentar este disco en directo por las dificultades que presentaba reproducir tantas capas instrumentales, fue persuadido por Branson para tocarlo en el Queen Elizabeth Hall el 25 de junio de 1973, para lo cual se acompañó de fantásticos músicos, buena parte de ellos provenientes de la escena de Canterbury como Fred Frith (guitarra, bajo), John Greaves (teclados), Tim Hodgkinson (teclados), Steve Hillage (guitarra), Geoff Leigh (flauta), Kevin Ayers (bajo), David Bedford (teclados, acordeón, arreglos de cuerdas) y otros como Pierre Moerlen (timpani, glockenspiel, tubular bells), Mick Taylor de los Stones (guitarra), su hermano Terry Oldfield (flauta) y Vivian Stanshall como maestro de ceremonia, entre otros.
Buena parte de ellos (miembros de Henry Cow, Gong y Soft Machine), con la adición de Mike Ratledge en teclados y Karl Jenkins en oboe, lo acompañaron en el performance para BBC TV 2nd House de la parte uno de Tubular Bells, el 30 de noviembre de 1973, que se transmitió el 5 de enero de 1974.
La famosa portada fue creada por el diseñador y fotógrafo Trevor Key, que constó de una superposición de la foto de una campana tubular y una playa en Surrey. A Key le pagaron 100 libras esterlinas por ese trabajo, convertido luego en icónico.
Sin embargo, esa fue su oportunidad para trabajar de cerca con Brian Cooke, otro diseñador/fotógrafo, cuya agencia trabajó en muchas portadas del sello Virgin, incluyendo las de Oldfield.
Han pasado 45 años de la publicación de Tubular Bells, el 25 de mayo de 1973 (ese mismo día fue lanzado también el segundo álbum del sello Virgin, Flying Teapot de Gong), y sigue conservando su frescura, encanto e importancia intacta.
Juan Carlos Ballesta
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