A los 74 años se ha ido al cosmos, a donde nos llevaba su música, uno de los más grandes e indispensables músicos electrónicos, el prolífico alemán que jamás paró de crear.
A lo largo de su extensa carrera de más de medio siglo, el alemán construyó un sonido único como una de las piedras angulares de la Escuela de Berlín, sumamente influyente en varias generaciones de músicos electrónicos.
Más de una centena de discos e innumerables conciertos dejan testimonio de su absoluta relevancia
Klaus Schulze (1947-2022) llevaba un tiempo enfermo. A pesar de ello sus allegados no esperaban que repentinamente muriera el pasado 26 de abril. Tenía 74 años y su próximo disco ya listo, Deus Arrakis, de nuevo inspirado en la novela de ciencia ficción de Frank Herbert, “Dune”.
Juan Carlos Ballesta
El universo de la música electrónica se expandió en muchas direcciones en los años 90. Pero para llegar ahí, pasaron 20 años en los que varios nombres sentaron las bases de la electrónica moderna, cuando aún la tecnología era analógica.
Si los británicos fueron los artífices de una revolución musical en los 60 que cambió la bases de la música popular con The Beatles al frente, fueron los alemanes los que crearon un nuevo lenguaje musical basado en nuevas herramientas y sobre todo en una decidida vocación de aventura.
Aquella primera generación de posguerra, tuvo que lidiar con los estigmas que había dejado el horror de la guerra, la reconstrucción, la división en dos de Alemania, y la recuperación de la moral y la confianza.
Prácticamente toda Alemania Federal era un hervidero. Del otro lado todo era sombra. Si bien los jóvenes estaban conectados con lo que ocurría en Gran Bretaña y Estados Unidos y la influencia de la contracultura, la psicodelia, los movimientos pacifistas y otras manifestaciones de los años 60 existía, la construcción de una realidad propia, con sello distintivo, comenzaba a dar sus frutos con la llegada de los años 70.
El periodismo británico hablaba de krautrock con cierto tono irónico, pero en realidad lo que ocurría era que lo que surgía de Alemania era distinto y en muchos casos totalmente diferente a lo que se hacía en buena parte de Europa.
Para 1970 ya habían emergido con discos Tangerine Dream, Kraftwerk, Kluster (luego Cluster), Popol Vuh, Amon Düül II, Guru Guru y Can, y aunque aún estaban por publicar sus obras maestras, era evidente que habían llegado para sacudir los paradigmas existentes.
El joven baterista berlinés Klaus Schulze había comenzado con el grupo Psy Free, para pasar a formar parte de Tangerine Dream y grabar el debut Electronic Meditations (1970). Pronto se uniría a otro grupo fundamental en el nacimiento de la “kosmische musik”: Ash Ra Tempel.
Con el grupo liderado por el guitarrista Manuel Gottsching grabó únicamente el homónimo debut en 1971, tras el cual se separó. No obstante, luego grabó Join Inn (1973)
Comienza la aventura solista de Schulze que duró 50 años
Su inquieta naturaleza hizo que dejara atrás la batería para concentrarse en la creación de formas musicales hasta ese momento inexploradas por la gran mayoría. Así, armado apenas de un órgano y ocasionales guitarras, percusión y citar, sin presencia aún de sintetizadores, Schulze creó una pieza maestra ligada con la música concreta debido al uso que dió a las grabaciones que hizo de una pequeña orquesta que luego reprodujo en reversa.
Aquel disco debut como solista tuvo como nombre Irrlicht: Quadrophonische Symphonie für Orchester und E-Maschinen y fue publicado el mismo mes -agosto de 1972- en el que Tangerine Dream lanzó su tercer disco, el doble LP, Zeit. Ambos discos son obras pioneras del drone, una corriente de características minimalistas, con énfasis en el uso de sonidos sostenidos, con lentas variaciones armónicas.
Schulze introducía así la idea del mantra y el uso del recurso de la repetición como elemento hipnótico que sería su sello distintivo.
El siguiente álbum, el doble LP Cyborg (1973), exploró y expandió el mismo terreno, con el órgano como protagonista y de nuevo la utilización de la Colloquium Musica Orchestra. Cuatro largas piezas, una por cada lado, todas por encima de los 20 minutos.
Aquella primera etapa tuvo en el influyente sello Ohr, propiedad de Rolf-Ulrich Kaiser, al que parecía el aliado perfecto. Sin embargo, tanto Schulze como Edgar Froese (Tangerine Dream) demandaron a Kaiser por un desproporcionado uso de la publicidad y en el caso de Schulze también por uso de material sin permiso. Y ganaron el caso.
Schulze, siguiendo los pasos de Tangerine Dream firmó con el sello inglés Virgin, aunque pronto percibiría que no le prestaban mucha atención. Las cosas, sin embargo, comenzaron a cambiar con Blackdance (1974) y Picture Music (1975), en los que aparece un nuevo protagonista: el sintetizador.
Schulze había adquirido un EMS VCS 3 Synthesizer, famoso en los primeros 70, ampliamente usado por Tangerine Dream, Brian Eno y otros. Era un sintetizador portátil que no tenía teclado sino una serie de perillas.
Además, Klaus contó con otras dos novedosas herramientas de alto valor: ARP Odyssey y el semi modular ARP 2600, además del órgano Farfisa Professional Duo.
Ambos discos incorporaron rítmica, rompiendo con el carácter drone de los dos primeros.
En 1974 Rolf-Ulrich Kaiser y Gille Lettman publicaron una serie de cinco discos bajo el nombre de The Cosmic Jokers, con grabaciones de varios músicos tocando en plan jamming en el estudio del famoso productor e ingeniero Dieter Dierks.
Todo ello fue producto del intercambio de los músicos que tocaban en las llamadas “fiestas ácidas” a cambio de sustancias psicotrópicas. Entre ellos estaban Klaus Schulze y Manuel Göttsching (Ash Ra Tempel) y Harald Grosskopf de Wallenstein. Fue otro de los argumentos para demandar a Kaiser.
El período definitivo de Schulze
En agosto de 1975, Klaus Schulze publicó Timewind, una de sus obras maestras -segundo y último con Virgin-, con la cual desafió todas las reglas técnicas de la época que recomendaban que un disco de vinilo no debería pasar de 20 minutos por lado, concibiendo dos largas piezas, la primera de ellas “Bayreuth Return” ocupando el lado A con una duración de 30 minutos y medio y “Wahnfried 1883”, con 28 minutos y medio en el lado B.
A la grabación incorporó un Elka String Synthesizer y un Synthanorma Sequencer. El secuenciador pasaría a ser parte del sello distintivo de la Escuela de Berlín, aunque la forma y la sonoridad de Schulze y T.D. variaban.
Timewind era el nombre que Schulze y el ex-teclista de Agitation Free, Michael Hoenig, habían escogido para bautizar su proyecto a dúo, pero Hoenig se desapareció después de los dos primeros conciertos (apareciendo en Australia con Tangerine Dream como sustituto temporal de Peter Baumann). Klaus entonces, puso ese nombre a su quinto álbum
La segunda mitad de los 70 fue de suprema importancia para el berlinés. Otro de sus clásicos, Moondawn (1976) fue publicado con su nuevo sello Metronome /Brain. Las giras aumentaron, la fama de Schulze en Alemania, Francia y otros países europeos crecía y su influencia se hacía notable en nuevos talentos como Jean Michel Jarre, Adelbert Von Deyen, Robert Schroeder, Neuronium en España y en Kitaro.
A este último lo había conocido en Berlín en las oficinas de Metronome, como uno de los teclistas del grupo japonés Far East Family Band. Schulze viajó a Japón para producir el segundo álbum, quedando doblemente sorprendido con lo que allá vio: un estudio con la tecnología de punta tanto en grabación como en instrumentos, pero que no sabían utilizar. Klaus enseñó a Masanori Takahashi (poco después conocido como Kitaro) como conectar los teclados y de qué manera grabar ya que éste lo hacía con micrófonos frente a los amplificadores.
Cuando Far East Family Band volvió a grabar, esta vez en los Manor Studios en Inglaterra, Klaus fue informado que el músico japonés Stomu Yamash’ta buscaba músicos para un ambicioso proyecto de funk -pop y jazz fusion con el que pretendía pasearse por el mundo.
Aquel efimero grupo produjo los discos en estudio Go (1976) y Go Too (1977) y en ellos Schulze participó junto a Steve Winwood, Rosko Gee, Michael Schrieve y Al Di Meola en el segundo. Además, fue publicado Live Go From Paris. Un híbrido, sin duda, bastante extraño para los parámetros de Klaus.
Klaus Schulze en el cine, la historia y la literatura
El interés de cineastas también se hizo palpable y así en 1977, Klaus publica los dos volúmenes de Body Love, banda sonora de la película porno del italiano Lasse Braun, en la que aparece Cossey Fany Tutti de Throbbing Gristle.
Otra de sus obras capitales, Mirage, vio la luz aquel año 1977, otras dos largas piezas, esta vez de carácter mas introspectivo y cósmico debido a la muerte por cáncer de su hermano mayor.
Otra magna obra siguió: X (1978). El doble álbum fue inspirado por seis relevantes personajes de notable influencia en Schulze: Friedrich Nietzsche, Georg Trakl, Frank Herbert, Friedemann Bach, Ludwig II. von Bayern y Heinrich von Kleist.
Acompañado de Harald Grosskopf en la batería, Wolfgang Tiepold en el cello, y una pequeña orquesta (esta vez no procesada como en Irrlicht), Klaus amplió su paleta expresiva y por primera vez emergió su fascinación por el escritor de ciencia ficción estadounidense Frank Herbert (todavía vivo en aquel momento) y su famosa obra “Dune” y las cinco secuelas.
La pieza “Frank Herbert” fue utilizada por el compositor Hans Zimmer para la banda sonora del remake de “Dune” en 2021.
Al año siguiente le daría vida justamente al álbum Dune (1979), con la distintiva foto de portada tomada por el mismo frente a un televisor proyectando la emblemática película soviética de ciencia ficción “Solaris” (Andrei Tarkovsky, 1972). Dos largas piezas lo componen, con el cello de Tiepold y la voz del británico Arthur Brown, quien participó en la exigente gira y según el gran amigo y biógrafo Klaus D. Mueller resultó en una pesadilla por los reiterados incumplimientos de Brown.
Hasta aquel momento, la experiencia en directo de cualquier proyecto electrónico conllevaba montajes complicados. La tecnología analógica, aunque había incorporado sintetizadores más complejos, seguía adoleciendo de facilidades para pregrabar. Lo que hoy es muy fácil con un portátil (laptop) entonces era un trabajo artesanal.
Por ello, cada concierto era una aventura y especialmente Tangerine Dream y Klaus Schulze solían interpretar piezas distintas a la de los discos, especialmente porque eran irrepetibles o al menos era muy difícil tocarlas igual.
Esa circunstancia retadora, arrojó muchos conciertos únicos y es por ello que el archivo de Schulze cuenta con múltiples grabaciones en directo de los años 70 de gran valor y que años después fueron apareciendo en los varios box sets. Entre ellos, el box más recomendable es Historic Edition, con 10 CDs.
Surge Innovative Communications
En 1978, Schulze y Michael Haentjes decidieron fundar el selllo discográfico Innovatice Communications (IC). Haentjes se bajó del tren muy pronto y Klaus D. Mueller tomó las riendas por algún tiempo. La distribución se realizaba inicialmente a través de WEA Musik GmbH para cambiar en 1980 a Deutsche Austrophon
Las primeras publicaciones fueron de músicos amigos o allegados de Klaus dentro de la electrónica, el progrock y la naciente neue deutsche welle (respuesta al fenómeno anglo de la new wave), como Baffo Banfi (teclista del grupo italiano Biglietto Per L’Inferno), Robert Schroeder, Popol Vuh, Arthur Brown, P’Cock, Francis Monkman (Curved Air, Sky), Ideal, Lorry y Din A Testbild (de donde salió la gran Gudrun Gut, parte de la primera formación de Einstürzende Neubauten, fundadora de Malaria! y directora de los sellos Monika Enterprise y Moabit Musik)
IC sirvió como tribuna paralela a las inquietudes de Schulze con el proyecto Richard Wanhfried, con el que publicó varios discos de carácter más rítmico y ligero. También Trancefer (1981) y Audentity (1983) bajo su nombre fueron parte del catálogo.
Una de las rarezas fue el hecho que los primeros 17 LPs fueron fabricados en 45 rpm, a pesar que su diámetro correspondía a 33 rpm. Hubo confusión entre muchos compradores, quienes reproducían el disco en 33 rpm sin cerciorarse del detalle.
En 1983 Schulze vendió la totalidad de sus acciones y al frente quedaron Mark Sakautzky como director musical y Michael Weisser como director de producción, quien con su proyecto Software (otro con gran influencia de KS) pasó a ser parte fundamental del catálogo, el cual pasó a tener fuerte presencia en el mercado new age.
La digitalización de Schulze
El panorama musical cambiaba aceleradamente con la llegada de los 80. El punk se habia subdividido en muchas ramas, una de ellas el synth pop, cuyo padre era Kraftwerk.
Tangerine Dream renovaba su sonido incorporando nuevas herramientas. El krautrock ya no existía y la “kosmische musik” era ya cosa del pasado, aunque Schulze se mantuviera fiel.
Klaus también se renovó. El disco Dig it (1980) probablemente haya sido el primero en usar computadora (ordenador), con resultados estupendos.
Los años 80 fueron una década en la que Klaus se mantuvo muy activo, aunque no todos sus discos son esenciales, muy especialmente porque incorporaron nuevas sonoridades producidas por teclados y herramientas digitales aún no suficientemente maduras, sobre todo la percusión y la tecnología midi.
Destacan los mencionados discos con el sello IC, Trancefer, el doble LP Audentity y En=Trance (1988).
Schulze en los 90: la era del sampler
Los años 90 significaron la masificación de la música electrónica. Mucho tuvieron que ver los grupos ingleses que de alguna manera habían bebido de los alemanes.
Pero, ¿que había pasado con los grupos alemanes que cambiaron la historia en los 70?
Kraftwerk había desaparecido, Cluster era un proyecto con presencia intermitente, y la que ya era considerada vieja gloria, Tangerine Dream, habia perdido el don de la aventura y paradójicamente, siendo tan influyente y paradigmática para muchos de los nuevos proyectos, no pudo ser protagonista de la revolución sonora de fin de siglo (afortunadamente ha recuperado parte de su encanto).
Klaus Schulze también sufrió de cierta falta de inspiración en los primeros años 90, abusando del uso de los novedosos samplers y teclados digitales, en detrimento de sonoridades que en el pasado habían sido su sello distintivo.
Sin embargo, a partir de In Blue (1995) y especialmente Are You Sequenced? (1996) y Dosburg Online (1997), Klaus comenzó a recuperar su pegada, con elementos del ambient-techno, una corriente de la que siempre fue una de las inspiraciones.
Los años 90 fueron de gran trabajo dedicado a las mastodónticas cajas de edición limitada con material de archivo inédito -en vivo y en estudio-, que comenzaron con Silver Edition (1993, 10 CDs), continuaron con Historic Edition (1995, 10 CDs) y Jubilee Edition (1997, 25 CDs) y que como colofón fueron compiladas con otros 5 CDs adicionales en The Ultimate Edition (2000). Medio centenar de CDs de material inédito habla por si solo del nivel de trabajo de KS.
Sin duda, una de los proyectos más relevantes comenzados en los 90 fue la serie de discos junto a Peter Namlook, The Dark Side of the Moog, inspirada en discos y canciones de Pink Floyd, que comenzó en 1994 con Wish You Were There y A Saucerful of Ambience, y que se extendió por otros 9 discos más hasta 2008.
El siglo 21: el incombustible Klaus Schulze
Dos nuevas cajas, esta vez con material en estudio inédito, dieron la bienvenida al siglo 21: Contemporary Works Vol 1 (2000) y Contemporary Works Vol 2 (2002).
A partir de Moonlake (2005), Schulze recuperó su habitual ritmo de trabajo, destacando la inusual y sorprendente colaboración con la australiana Lisa Gerrard, la mitad de Dead Can Dance, grupo del cual Klaus se confesaba fan.
Tras preparar 300 minutos de música para Lisa, la invitó a su estudio y en apenas 3 días, lograron el maravilloso Farscape (2008), con temas de corte electrónico con el sello reconocible de Klaus y otros con aroma darkwave cercano a DCD.
La relación de trabajo dio para un par de obras en vivo grabadas aquel mismo año, Rheingold (2008) y Dziękuję Bardzo (2009).
En marzo de 2010 se produjeron los primeros y únicos conciertos de Klaus en Japón, los cuales quedaron registrados en Big in Japan: Live in Tokyo 2010. A partir de aquí, Schulze dejó de presentarse en directo, algo realmente insólito luego de varias décadas en la que esa faceta fue fundamental, produciendo buena parte de su material más admirado.
Discos recientes como Shadowlands (2013) y Silhouettes (2018) mostraron a un Schulze con un sonido más próximo a sus clásicos de los 70, al tiempo que se publicaba otra fantástica serie entre 2009 y 2015 llamada La Vie Electronique, que consta de 16 volúmenes, cada uno con tres CDs y el último con cinco, con material de los famosos boxes de los 90 y material inédito adicional.
El disco póstumo Deus Arrakis, es Schulze en estado puro.
Adentrarse en el universo de Klaus Schulze no es tarea fácil. En total son más de 100 discos, con lo cual la tarea es ardua pero fascinante.
Sin duda, son sus trabajos de los 70 y los compilados editados con posterioridad de material de aquella etapa los que representan el mas grande paradigma, cuando la música electrónica había que hacerla conociendo no solo de música sino también de tecnología.
La pérdida de Klaus Schulze deja un vacio imposible de llenar, porque no ha habido otro creador en el mundo de la electrónica como el, una especie de Wagner bajo los efectos de la síntesis matemática y los sueños cósmicos.
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Klaus Schulze en Estados Unidos