El músico alemán, creador de Tangerine Dream, uno de los proyectos fundamentales de la música electrónica, se bajó de la nave para siempre
De forma inesperada, Edgar Froese, líder fundador de Tangerine Dream, agrupación alemana pionera de la música electrónica moderna, murió el 20 de enero de 2015, a los 70 años. Por más de 45 años dirigió el más longevo y prolífico proyecto electrónico, surgido de la escena alemana de finales de los años 60, la cual transformó el panorama musical y estableció paradigmas.
Durante los años 70, la etapa analógica, Froese junto a su grupo, editaron varios de los discos definitivos de la música cósmica y la electrónica contemporánea que aún ponen a volar a cualquiera.
Juan Carlos Ballesta
La primera mitad de la década de los años 70 fue de absoluta libertad creativa. Una inmensa cantidad de músicos, bien sea como solistas o con bandas, transformaron la música popular y crearon nuevos códigos y paradigmas, algunos de los cuales aún siguen en plena vigencia.
En medio de esa efervescencia, Alemania se erigió como una especie de universo paralelo, con una serie de propuestas alejadas de lo que se hacía en Gran Bretaña (centro neurálgico de las novedades) y el resto de Europa.
Tras un par de décadas en las que los alemanes se avocaron a la reconstrucción física y moral, las primeras generaciones de posguerra se ocuparon de resurgir de manera especialmente diferente, tratando de deslastrarse del oprobioso pasado inmediato y recuperando el espíritu de vanguardia cultural que por siglos habían ostentado.
Es así como dentro del ecléctico panorama del “krautrock” (nombre acuñado por los ingleses), convivieron todo tipo de iniciativas, entre ellas varias que le dieron forma al nacimiento de la música electrónica moderna.
Dentro de ese grupo tan diverso que incluyó, entre otros, a Kraftwerk, Cluster, Neu!, Harmonia, Ashra y Klaus Schulze, destacó especialmente el particular e innovador sonido de Tangerine Dream, agrupación fundada y liderada desde 1967 por Edgar Froese, quien se mantuvo al frente hasta el momento de su inesperada muerte el pasado 20 de enero.
Los orígenes de Edgar Froese
Froese nació en Prusia Oriental (de mayoría étnica de origen alemán) en un día considerado histórico (“D-Day”), el 6 de junio de 1944, cuando las tropas aliadas desembarcaron en Normandía, evento que supuso el más duro golpe para Hitler y las tropas alemanas.
Su padre y otros miembros de su familia fueron asesinados por los nazis. Al finalizar la guerra, la mayoría alemana prusiana fue expulsada por los rusos, que anexaron a Prusia como provincia a la Unión Soviética.
Su madre entonces se mudó a Berlín Occidental, en donde el pequeño Edgar comenzó a desarrollar sus habilidades artísticas, comenzando por el piano y siguiendo con la guitarra. Sus aptitudes por el arte lo llevaron a estudiar pintura y escultura en la Academia de las Artes de Berlín Occidental.
Su inquieta naturaleza lo llevó a formar su primer grupo de rock psicodélico en 1965, con el cual viajó a tocar en varios países europeos. Cuando The Ones fue invitado a tocar en Cadaqués (Cataluña, España) en la villa de Salvador Dalí, Froese entró en contacto con uno de sus más admirados artistas, convirtiéndose en un inspirador y definitivo encuentro en su vida.
El sueño de la mandarina
De regresó a Berlín, Froese formó Tangerine Dream, en principio como un grupo de free rock (tal como quedó registrado en su debut Electronic Meditations, 1970) y muy pronto como la más representativa agrupación de “Kosmische Musik” de Alemania.
El trío de discos que siguió con el sello Ohr, Alpha Centauri (1971), Zeit (1972) y Atem (1973), definieron las bases de la música cósmica a base de largas atmósferas instrumentales basadas en el recurso hipnótico de la repetición.
Influencias del lado más experimental de Pink Floyd fue quizá la única referencia notoria. Probablemente Zeit (LP doble, con un track por cada lado), sea la obra cumbre de aquellos años de experimentación, composiciones concebidas como mantras.
Pero el gran punto de inflexión estaba por llegar. Su exposición al público inglés ocurrió gracias a John Peel, el famoso locutor y productor de la BBC que siempre estaba a la caza de lo novedoso. Gracias a él, Richard Branson, que acababa de fundar el importante sello independiente Virgin Records, los firmó.
Los diez años que prosiguieron fueron los más influyentes y los que definieron muchas de las premisas de la electrónica moderna, entre ellos el uso efectivo e hipnótico del recurso de la repetición y las atmósferas envolventes.
La formación de Edgar Froese, Chris Franke y Peter Baumann, produjo una seguidilla de discos inmortales y de gran trascendencia: Phaedra (1974), Rubycon (1975), Ricochet (1975, grabado en vivo en la Catedral de Coventry), Stratosfear (1976), Sorcerer (1977, primero de decenas de soundtracks) y Encore (1977, grabado en vivo durante la histórica gira norteamericana).
En ellos no hay un solo momento prescindible, cada desarrollo obedece a momentos de sublime inspiración y de arrojo. El uso de sintetizadores (Modular Moog, Mini Moog, VCS3, Elka…), secuenciadores Oberheim, mellotrón, órgano eléctrico, cintas electromagnéticas, guitarra eléctrica y diversos efectos, le dieron cuerpo al sonido totalmente distintivo del Tangerine Dream de los años 70, influencia ineludible para muchos músicos de generaciones posteriores.
Aquella tecnología, a pesar de sus limitantes, representó un gran avance y Tangerine se transformó en un epicentro para las marcas para probar prototipos y estrenar nuevo equipamiento. No era fácil armar la estructura instrumental, además de músicos tenían que ser técnicos.
Cada concierto tenía una entidad propia ya que las posibilidades de presetear sonidos y ritmos era todavía precaria. Afortunadamente, muchos de aquellos shows fueron registrados y editados décadas después.
Froese, a pesar de la intensa actividad con el grupo, sacó tiempo para editar varios discos en solitario. Aqua (1974), Ypsilon in Malasyan Pale (1975), Macula Transfer (1976), Ages (1978) y Stuntman (1979), son todos discos ligados al sonido Tangerine, pero de construcción más minimalista y personal. Joyas imperecederas.
Los años 80: comienzo del cambio para Edgar Froese
Entrada la década de los 80, Froese siguió adelante con Tangerine Dream, readaptando la formación con nuevos y valiosos integrantes (cabe destacar a Johannes Schmoelling y Paul Haslinger), así como dando cabida a la tecnología digital, que poco a poco fue quitándole la calidez orgánica de la era analógica y el protagonismo a ciertos sonidos distintivos (secuenciador, mellotrón, Modular Moog).
Nunca dejó de producir, aunque en los 90 haya editado discos poco trascendentes, sin el espíritu de riesgo que caracterizó las décadas previas.
En el siglo 21, Froese había recuperado parte de su inclinación original, rescatando muchas de las composiciones que en los 70 jamás pudo tocar en vivo debido a las limitantes de la tecnología análoga. Lamentablemente, una inesperada embolia pulmonar lo sorprendió a los 70 años, justo cuando comenzaba a ensamblar una nueva formación de Tangerine Dream.
La música electrónica le debe demasiado. Todo amante de la electrónica que no conozca su obra fundamental de los años 70 y parte de los 80, tiene por delante una tarea ineludible. Aquellos que la conocen, ya saben de sus invalorables aportes. Edgar ya se encuentra viajando por el cosmos que tanto exploró con su música. Gracias por tantos viajes.
¿Interesado en comprar éste u otro disco de Edgar Froese / Tangerine Dream, o merchandising? Como un Afiliado de Amazon, recibimos una comisión por compras realizadas. Gracias
Productos de Edgar Froese en España
Productos de Tangerine Dream en España
Productos de Edgar Froese en Estados Unidos
Productos de Tangerine Dream en Estados Unidos