El 26 de septiembre de 1975 fue publicado el segundo álbum solista del fundador de Tangerine Dream, un disco esencial en la electrónica cósmica
Edgar Froese
Epsilon in Malaysian Pale
Virgin / Brain. 1975. Alemania
El inquieto músico alemán, fundador de Tangerine Dream, agrupación fundamental de la música electrónica moderna, a la que lideró hasta su muerte en 2005, se las arregló para editar discos con el grupo, salir de gira y en pequeños lapsos de tiempo ofrecer su lado personal.
Edgar Froese había debutado como solista con Aqua en 1974, el año en que el grupo irrumpió en el mercado británico gracias al histórico Phaedra. A partir de ese momento comenzaron a sucederse las giras y en 1975, coincidiendo con la publicación de la siguiente joya, Rubycon, Tangerine Dream viajó a presentarse en Australia y varios países asiáticos.
Ese tour fue la inspiración para Epsilon on Malaysian Pale (titulado en la primera edición alemana del sello Brain, y también en España y Japón, como Ypsilon in Malaysian Pale), uno de los discos más hipnóticos concebidos en la era cumbre de la electrónica analógica.
Grabado entre junio y julio de 1975, el disco está compuesto por dos largos temas. El lado A corresponde al tema título, inspirado por una visita de Froese a la jungla tropical de Malasia (y de ahí la portada, fotografía de su entonces esposa Monique Froese).
La pieza está construida principalmente con Mellotron, con algunos secuenciadores y dosificados sintetizadores ya avanzada la pieza. Es, sin duda, una de las más distintivas manifestaciones de las posibilidades de aquel tan emblemático teclado surgido en los años 60 y que dio sustento al sonido de la gran mayoría de los grupos de rock progresivo como Genesis o King Crimson y otros como The Moody Blues.
Froese lleva al Mellotron a su límite de ensoñación, creando una atmósfera planeadora, ingrávida y cósmica . Una obra maestra absoluta.
El lado B lo compone “Maroubra Bay”, cuyo dramático comienzo nos anuncia que será diferente al lado A. Su inspiración proviene de una playa en Nueva Gales del Sur en Australia.
En efecto, en esta pieza Froese quita protagonismo al Mellotron y se lo otorga a los sintetizadores y secuenciadores, creando una de las composiciones angulares de la llamada Escuela de Berlín de la música electrónica.
No en vano, este disco fue declarado por David Bowie como una de sus obras de cabecera y principal inspiradora para la trilogía berlinesa junto a Brian Eno (Low, Heroes y Lodger).
El tiempo ha revalorizado toda la obra de Tangerine Dream de los años 70, especialmente la etapa con Virgin Records del clásico trío de Froese con Chris Franke y Peter Baumann, especialmente entre muchos que creían que la música electrónica había nacido en los 80 y 90.
Dentro de ese grupo de discos indispensables están también los que Edgar Froese publicó en solitario, auténticas gemas que escuchadas varias décadas después siguen transportándonos a parajes desconocidos con cada nueva escucha.
El piloto cósmico sigue presente más allá de su desaparición física. La encarnación actual de su proyecto de vida, Tangerine Dream, así lo demuestra.
Juan Carlos Ballesta
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