En marzo de 1971 la agrupación berlinesa liderada por Edgar Froese publicó su segundo álbum, con el cual comenzó su vuelo cósmico
Tangerine Dream
Alpha Centauri
Ohr. 1971. Alemania
El primer álbum publicado por Tangerine Dream en 1970, Electronic Meditations, aún se alimentaba de la estética del jamming con la cual Edgar Froese había fundado al grupo en 1970.
Pero todo comenzó a cambiar y a tomar el rumbo estético por el cual el proyecto berlinés es conocido. A partir de Alpha Centauri, Tangerine Dream se convirtió en el eje central de la música cósmica (kosmische musik), esencia del llamado krautrock, y sobre todo la piedra angular de la música electrónica moderna.
Klaus Schulze y Conrad Schnitzer -dos personajes claves en aquel movimiento que habían grabado el primer disco junto a Froese- habían abandonado el grupo. De modo que la batería, el chelo y el violín, perdieron protagonismo en favor de una mayor presencia del órgano, la flauta y los sintetizadores.
La nueva formación que afrontó la grabación del segundo disco incorporó a Steve Schroyder (órgano, máquina de eco y voz) y Chris Franke (piano, flauta, sintetizador VCS3, cítara, batería y percusión) -quien sería parte de TD hasta 1987-, con los invitados Udo Dennebourg (flauta, voz) y Roland Paulick (sintetizador).
El sonido varió notablemente en favor de pasajes instrumentales de corte planeador y cósmico, más en línea con los experimentos de Pink Floyd, una indudable inspiración.
“Sunrise in the Third System” inicia el lado A, una pieza sigilosa y de carácter hipnótico, con un denso órgano y una flauta fantasmal. Con ella quedaba ya claro el viraje de Tangerine Dream.
Un sintetizador zigzagueante inicia “Fly and Collision of Comas Solas” y desde el fondo va haciendo su aparición el órgano para establecer el colchón sobre el que flautas y sintes van construyendo sonoridades envolventes e inquietantes. El nombre de la pieza indica claramente la naturaleza de la composición.
Avanzado el tema, surge la batería ejecutada primero con los toms y luego ya en plan jamming, al tiempo que la flauta toma más protagonismo.
Sin duda, este tema, aún sin los distintivos secuenciadores y Moogs que emergerían a partir de Phaedra (1974), permitía avizorar grandes cosas en la historia del grupo.
El lado B lo compone el tema central que da título al disco. “Alpha Centauri” es una precoz obra maestra, todavía con reminiscencias del componente acústico (principalmente la flauta) pero ya con una presencia notable de lo electrónico, creando ambientaciones de extraña belleza que nos hacen viajar hacia dimensiones desconocidas e insondables.
He ahí el gran mérito de Tangerine Dream en aquellos primeros años en los que creó una estética única, alejada de premisas y parámetros conocidos.
Estos 22 minutos son una muestra inequívoca del carácter espacial y psicotrópico de la música de Tangerine Dream, vehículo perfecto para volar más allá de la estratosfera.
Aunque el disco original contenía solo esos tres temas, ha sido un acierto en algunas reediciones la inclusión de tres fantásticos temas concebidos en aquel año 1971: “Oszillator Planet Concert” y “Ultima Thule” con sus dos partes.
Alpha Centauri fue publicado por el sello independiente Ohr, para entonces un reducto muy importante en la difusión de la nueva música alemana, con la ingeniería del gran Dieter Dierks, uno de los personajes claves en muchos discos del krautrock (luego manager de Scorpions).
Con el sello también vieron la luz otras dos joyas: Zeit (1972) y Atem (1973), antes de firmar con Virgin Records y cambiar la historia.
La misteriosa pintura de la portada y el diseño de arte, a cargo de Edgar Froese y su esposa de entonces, Monique Froese, contribuyen de manera directa al carácter del disco.
Pasen adelante y déjense llevar.
Juan Carlos Ballesta
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