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La adictiva melancolía de Ela Vin

Ela Vin
Foto: Juan Carlos Ballesta

El regreso a Madrid de la cantautora valenciana, luego de tres años, fue distinto y ambicioso al presentarse por primera vez con banda completa

Ela Vin
Concierto en Sala Juglar Madrid

(Octubre 1, 2022)

En las tres ocasiones anteriores Esther Vinuesa viajó sola con su guitarra, el ukulele, el glockenspiel y el acordeón. Desde aquella presentación en Fotomatón en 2018 cuando la descubrimos y estrenaba material de su segundo EP, Danzantes, (leer crónica aquí), hay otros dos trabajos, el larga duración Tlazohcamati (2019) y el reciente EP, Caja de mariposas (2021)

Acompañada por Carlos Solera Tarazona (batería), Txema Mendizabal (pedal steel), Gilberto Aubán (teclado), Alex Casal (bajo) y Lucía Zambudio (guitarra eléctrica), Esther -al principio un poco nerviosa por la corta prueba de sonido para la primera ocasión en Madrid con banda completa-, fue asentándose, mientras se desdoblaba entre uno y otro instrumento.

Precedió a Ela Vin la cantautora uruguaya afincada en Madrid, Lucía Trentini, quien en un corto set con su proyecto Electrofolclórica demostró su habilidad para confeccionar canciones de estirpe folclórica y vestimenta electrónica, con elementos histriónicos y poéticos.

Ella sola pudo con todo, secuencias, loops, teclado, percusión menor, guitarra y voz. Cerró con una notable adaptación en clave dance de “Tonada de Luna Llena” de Simón Díaz.

Lucía Trentini
Foto: Juan Carlos Ballesta
Lucía Trentini
Foto: Juan Carlos Ballesta

En menos de cinco minutos aparecieron en el escenario los seis músicos de Ela Vin. Y enseguida comenzó a sonar la melancólica “Ariadna”, con la guitarra slide ya dejando sentir su impronta, la cual sería fundamental en el resto del concierto.

La pieza pertenece al disco Tlazohcamati (2019), un trabajo influido por el viaje de Esther a México, cuya cultura y gentes ha dejado notable huella en ella. La mitad del setlist -8 de 16- estuvo compuesto por temas de ese disco.

Al finalizar la primera pieza reconoció estar bastante nerviosa, pero el público le ayudó a calmarse con palabras. En realidad su nerviosismo va ligado a su timidez, que es parte de su encanto. El ukulele llevó el protagonismo en “Deja Vü”, una delicadísima pieza, que fue seguida por el val circense “Las Horas”, conducido por el acordeón, que nos metió de lleno en el performance.

Ela Vin
Foto: Juan Carlos Ballesta

 

El repaso de Tlazohcamati continuó con “San Ángel”, tema nostálgico que sin duda habla de lo que pudo ser y no fue. De nuevo el acordeón fue protagonista. Antes de pasar a otro disco, sonó “Abans de tu”, de ritmo más juguetón.

La revisión de Caja de Mariposas empezó con “Miedo” y “Otto y Ana”, dos temas introspectivos que nos develan a una cantautora sensible y poética con líneas como: “Anda, llora, ríe, ama / corre, siente, salta y vuela / otra vez / Siente el miedo de otro tiempo / y viaja al centro detenido en el ayer

Volvió entonces al disco de 2019 con tres piezas muy emotivas, ubicadas estratégicamente al centro del setlist: “Valtari”, “Danzantes” y “”.

La primera de ellas -de nuestras favoritas- posee atisbos de folclore latinoamericano y realmente conmueve. Antes de tocar la segunda, un tema de inspiración bolerística, Esther contó la anécdota sobre “Danzantes”, que es el nombre de un mezcal y cuando fueron a comer justo había una botella, y al contarle la historia de la canción al mesonero, éste le regaló la botella vacía.

La tercera de esta tríada también está impregnada de olores tropicales y es uno de los temas más luminosos del repertorio.

Antes de seguir revisando Caja de Mariposas, hicieron el primer contacto con el EP debut, Solitoria (2016). “Historias vacías” cogió vuelo interpretada con banda.

De vuelta al reciente trabajo, sonaron las tres que faltaban, comenzando por “La Casa”, un exquisito bossa sin disimulo. Siguieron con “Lupita”, una canción de inspiración mexicana, uno de los puntos elevados del repertorio.

Otro momento muy emotivo fue “Pedazos”, tema en el que el glockespiel juega papel fundamental y que Esther toca alternándolo con el acordeón.  Es una canción que posee una “alegre melancolía”.

El tramo final fue con las dos piezas que faltaban de Solitoria, la nostálgica “Llovía” y la pegadiza “Hostal Azul”.

Ela Vin puede que aun en Madrid sea una desconocida, pero su trabajo constante y su sensible cancionero son una carta de presentación ineludible.

Juan Carlos Ballesta