El indomable californiano, guitarrista y compositor, editó su segundo álbum solista en octubre de 1969, inmerso en el jazz rock
Frank Zappa
Hot Rats
Bizarre/Reprise. 1969. EE UU
En la música, como en el resto de las artes, hay personajes que no encajan en un estilo, ellos son un estilo en sí mismos. Ese es el caso del genial Frank Zappa cuya prematura muerte, si acaso hay tal cosa, dejó un legado de casi una centena de obras y muchas cosas aún por hacer.
Este irreverente compositor nacido en el seno de una familia greco-siciliana, formó a mediado de los 60s, una de las más provocadoras agrupaciones. La llamó The Mothers Of Invention, una suerte de banda que estaba conformada por un selecto grupo de músicos vanguardistas de un altísimo nivel, asociación que arrojó discos como Absolutly Free (1967), We´re Only in it for the the Money (1968) y Uncle Meat (1969)
Zappa se paseo por todos los géneros siempre llevando en su música una alta dosis de humor sin límites que en ocasiones nos distrae de sus ya complejas composiciones. Para finales de la década de los 60, y ya sin “las madres de la invención”, Frank editó un excelente álbum al que llamó Hot Rats.
Hot Rats es el segundo LP solista de Frank Zappa y el primero tras la disolución de The Mothers of Invention. El disco esta conformado por cinco temas instrumentales y otro vocal donde participa el gran Captain Beefheart.
Descrito por el mismo Zappa como un álbum que es un “Filme para tus oídos”, Hot Rats nos recibe con una foto infrarroja del lente de Andee Nathanson donde se aprecia parcialmente el rostro de una persona como intentando salir de una piscina. El disco original tiene doble tapa pese a ser sólo un disco, y la música en él contenido fue compuesta, arreglada y producida por el mismo Frank.
El álbum inicia con uno de los temas más emblemáticos de su inmenso repertorio, “Peaches in Regalia”. El baterista Ron Selico nos da la bienvenida a este excelente tema, una suerte de jazz de vanguardia donde apreciamos a Ian Underwood en teclas y saxos con una frescura que se mantiene actual.
Frank Zappa nos hace oír uno de sus más preciados solos a partir del primer minuto. Underwood también destaca por las flauta y el clarinete. Frank nos presenta además a un instrumento llamado “octave-bass” en un breve solo.
Shuggie Otis es el encargado del bajo en este singular tema que ha sido interpretado por grupos importantes como Dixie Dregs y Frogg Café. El motivo central es una sencilla melodía llena de colores y texturas con un lenguaje musical diáfano y, aunque lejos de pretensiones, altamente creativo.
Sigue el LP con “Willie The Pimp” (Willie el chulo). Inician esta pieza, con un tinte de blues rock, el violín de Don “Sugarcane” Harris y la voz de Captain Beefheart, quien se describe de un modo tan rutilante que me recuerda un inseguro y depresivo personaje del film Saturday Night Fever en los 70.
El solo de Zappa en esta composición es áspero pero altamente atractivo y, en color y textura, muy en la nota de aquellos días. El extenso “solo” hace ver este tema como una suerte de “jam session”. Son casi diez minutos de una fascinante descarga. La discreta batería en este tema es de John Guerin.
El punto medio del LP es “Son of Mr. Green Genes” (Hijo de Mr. Genes Verdes), pieza grabada con un arreglo diferente en el álbum Uncle Meat el mismo año.
La sección de vientos y el brutal solo de Zappa son muy complejos y el genio destila un lenguaje musical virtuoso, aunque no bajo el criterio que hoy en día usamos y que puede resumirse, en la mayoría de los casos, en escala a velocidades vertiginosas.
No es el caso acá. Vale contar una especie de mito urbano que relaciona a Zappa con el personaje Mr. Green Jeans del afamado show de televisión de aquellos días, Captain Kangaroo. Hay además una sublime referencia a “Peaches in Regalia”.
“Little umbrellas” (Paragüitas) es el cuarto surco del LP, y el primero del lado B. Los saxos y el piano de Ian junto a John Guerin hacen de esta composición un recorrido fascinante. Un acento de jazz se deja escuchar a todo lo largo del tema.
La flauta dulce que escuchamos crea un cierto contraste inspirado en el barroco, un detalle bastante fuera de lo usual. El órgano también es protagonista en esta pieza.
Bajo el gracioso título de “The Gumbo Variations”, inspirado tal vez en “Las Variaciones Gouldberg” interpretadas por Bach, Frank nos introduce una vez más al violinista Don “Sugarcane” Harris. Frank se ha alejado de las influencias de la “musique concrete” para adentrarse más en el terreno del jazz, blues y rock con un distintivo lenguaje.
Esta pieza de casi diecisiete minutos en la versión CD, es una descarga instrumental con varios protagonistas como Underwood a quien escuchamos al inicio en el alto. Más adelante en la pieza hace en un solo extenso y angustioso que pareciera intentar hablarnos en un lenguaje más propio de un primitivo ser.
Paul Humphrey asume el rol de baterista con notoria humildad dejando todo en manos de Underwood. El tema me recuerda a “Groon” de King Crimson en Earthbound (1972).
Zappa también se deja llevar por las varias emociones pero en ambos casos bien controladas. Es casi a mitad de camino que lo apreciamos a plenitud. Igualmente pero menos extenso son “Sugarcane” y el bajista Max Bennett.
El disco culmina con una pieza más orientada al jazz, “It Must Be A Camel” donde Zappa invita al legendario Jean-Luc Ponty al violín, para entonces poco conocido. El breve intro nos prepara para una pieza más balanceada pero con una línea melódica de esa que rara vez encontramos.
Se trata de una estructura donde Zappa emplea series de cinco notas y que escritas en pentagrama semejan una joroba como la de los camellos, lo que especulativamente, te digo, pudiera ser la razón de ser del gracioso título pero no me creas tanto porque hay aspectos de Zappa que se prestan para ello.
No es fácil escribir sobre la obra de un músico tan prolífico y complejo como Frank Zappa. Cuando falleció en 1993 a causa de un cáncer de próstata que le aquejaba desde hacía tiempo, ya había estado experimentando con el synclavier y la música orquestal con su Yellow Shark Ochestra, además de ser un férreo defensor de la libertad de expresión y ser una voz diametralmente opuesta a la censura en las artes musicales que a finales de los 80 causó una controversia con un grupo de personas que abogaban por legalizar que los discos tuvieran una etiqueta que alertara el contenido lírico de las obras señalándolas con el ridículo adjetivo de “letras explícitas”.
La relevancia de este álbum estriba no sólo en el hecho de lo inicialmente dicho sino en la creación de una música donde la única limitante real era el tiempo que permitía el vinilo.
Fue también su primer álbum grabado en 16- track y uno de los primeros discos en emplear dicha tecnología, lo que se traduce en mayor flexibilidad individual a la hora de grabar si lo comparamos con las de 4 y 8 pistas previas que eran el estándar de aquella época.
Date un chance y abre una puerta, si no lo has hecho, hacia un mundo que te fascinará explorar. Te recomiendo One Size Fits All 1975), Baby Snakes (1982), Zappa in New York, doble álbum en concierto en vivo de 1978 y Joe’s Garage del año siguiente. Si eres un “guitar freak” puedes escuchar Guitar de 1988, dos horas y cuarto de solo guitarra o el más sinfónico Strictly Genteel de 1997.
Hot Rats fue dedicado a su hijo Dweezel quien en 2009 ganó un Grammy como “Mejor Instrumental de Rock” por su interpretación de “Peaches in Regalia”.
Leonardo Bigott