El 1 de noviembre de 1993 fue publicado el íntimo primer disco solista del músico argentino, en medio de la carrera de Soda Stereo
Gustavo Cerati
Amor Amarillo
Ariola/BMG. 1993. Argentina
Es indudable el impacto del músico argentino Gustavo Cerati en el mundo del rock en español. Desde sus andanzas con su grupo Soda Stereo temprano en los 80, hasta su trabajo en solitario, su obra ha inspirado a muchos sin negar sus influencias y hasta celebrarlas, colándolas en sus composiciones.
Entrada la década de los 90, ya se había establecido el trío que lideraba como una referencia inmediata del pop rock hecho en nuestras latitudes. Canción Animal, editado en pleno año 1990, planteaba lo apoteósicos que podrían llegar a ser con sus himnos “De música ligera”, “Hombre al agua” y el tema homónimo del álbum.
En la resaca del Madchester Sound y el auge de la música electrónica mezclada con rock que los británicos Happy Mondays y Primal Scream ya habían experimentado, aparece Colores Santos, una colaboración de Cerati junto a Daniel Melero, uno de los pioneros de la electrónica argentina.
Este exquisito disco fue lanzado a principios de 1992 y en cierto modo fue el abreboca perfecto para que Soda Stereo lanzara unos meses más tarde Dynamo, su sexta placa que coqueteaba con el shoegaze y el house, géneros muy ajenos todavía a la escena rockera hispanohablante.
La extensa gira de apoyo los dejó agotados, y cada uno se dedica a sus vidas privadas. Gustavo, por su parte, deja su tierra natal y contrae nupcias con la modelo chilena Cecilia Amenábar, estableciéndose la joven pareja en Santiago de Chile. Se corrían rumores de una separación de su banda, coincidiendo con que Dynamo no había sido tan bien recibido por el público.
Sin embargo, el bonaerense consideró que era su oportunidad de explorar a mayor profundidad las inquietudes expuestas en Colores Santos y a manera de registrar lo que estaba viviendo como hombre casado y esperando a su primer hijo, se embarca en la grabación de su primer material solista.
Esta sería la primera vez en la que pudo probar todo lo que no podía bajo el formato de Soda Stereo, especialmente en el momento incierto por el que pasaban. Junto a su compañero, el bajista Héctor “Zeta” Bosio, comienza a producir una decena de temas cuyo motivo giraba en torno a su estado emocional, que más allá de la notoriedad que había adquirido a lo largo de diez años de carrera musical, estaba realmente sumergido en la dicha que le generaba su vida familiar.
Entre los estudios Ámbar en Chile y Supersónico en Argentina se hicieron las grabaciones que contaron con la participación de la dupla de productores en guitarras, bajos, teclados y percusión, el argentino Fabián “Tweety” González en la asistencia de programación y audio, y la esposa de Gustavo cantando un par de canciones además de bajo eléctrico.
La idea del título vino de unas piedras marinas amarillas que la pareja había recogido en las playas de Los Roques, archipiélago venezolano donde habían vacacionado durante el tour de Dynamo. Según testimonios de Cecilia, las piedras representaban “la energía, el sol; lo que definiría su amor”.
Es por ello que Amor Amarillo ve la luz el primero de noviembre de 1993 con un interesante troquelado en la versión CD, acompañado por tirajes en casete y vinilo en los sellos Ariola y BMG.
El corte inicial comparte el nombre del álbum con una guitarra salpicada de overdrive en una preciosa balada de tendencia jangle pop. Un falsete anuncia la calidez que encuentra en su amada, asomando el símil con el astro rey.
“Amor amarillo” es la poesía sobre el embarazo y ese tiempo de pareja que estaba disfrutando en su nueva residencia chilena. Zeta hace un grandioso trabajo que pasa desapercibido por su sencillez en los acentos de bajas frecuencias donde la guitarra se permite desarrollarse.
Otras metáforas al embarazo que rozan con imágenes marinas están presentes en “Lisa”, un delicado dream pop que puede ser otra manera del autor de retratar la paz de su vida marital alejada del ojo público, comparándola con escaparse al fondo del mar donde está aprendiendo a respirar en este vaivén de cuasi vals que revienta en la inmersión para descubrir fauna submarina que refleja el sol.
A dueto con Amenábar y a manera de responderse el uno al otro, “Te llevo para que me lleves” contiene letras juguetonas que celebran el romance en un alegre pop psicodélico. Los versos libres se recubren de un intrincado tejido de texturas diversas de teclados mientras que la guitarra acústica se pasea repitiéndose dando la idea de diferentes secciones.
En el video se observa la fantasía postmoderna de Cecilia embarazada y Gustavo en desolados parajes andinos donde se ve la necesidad de estar juntos. Hay un recurso visual increíble que puede ser la analogía de Benito, el primogénito de los Cerati-Amenabar, flotando en líquido amniótico donde la única fuente de luz es un faro amarillo.
Con los residuos de un sintetizador, se añade el sonido de los latidos del bebé, marcando el tempo de la fusión rock/electrónica “Pulsar”. En un terreno cercano al Madchester, el constante ritmo bailable esconde la intención real de la canción que es develar la fuerza del amor, que se propone abandonar todo aquello que no le aporte estabilidad mental y emocional.
Dentro de la composición mayormente sintética, finalmente irrumpe la frenética guitarra distorsionada que aporta un toque más orgánico, más humano. Según el compositor, esta pieza era una de sus predilectas, debido a la construcción que marca el sello que lo identificaría en sus obras posteriores, haciendo uso de todos los recursos posibles para la creación musical.
“Cabeza de Medusa” se jacta de tener un ejército de guitarras de variados timbres para construir un excelente pop rock que contrasta la mitología griega y el consumismo de la era moderna; aunque algunos pueden apuntar que se trata de la cocaína o del estado hipnótico que resulta de ver televisión.
De cualquier modo, se siente que este tema es el puente el sonido de De Música Ligera y Sueño Stereo, particularmente por los sintetizadores pulsantes que ornamentan el fin de algunos versos.
La rockera “Av. Alcorta” destila nostalgia entre el sector donde el cantante argentino vivió su infancia y su reciente domicilio en el vecindario santiaguino de Providencia.
Se escucha confusión al no saber dónde está el hogar y ahí es donde las teclas hacen el papel fundamental de enrarecer el ánimo general, generando la tensión que asfixia al protagonista de la canción.
“Bajan” es un homenaje bastante fiel a la canción de Luis Alberto Spinetta, quien presentara este corte con su banda Pescado Rabioso en el indispensable Artaud de 1973.
Si ya la canción hablaba del ritmo acelerado de la vida en su momento, Gustavo supo comprender que veinte años más tarde el tópico no sólo seguiría en boga, sino que el problema se ha acrecentado.+
Un puente de base electrónica la acerca al fin del siglo 20 con un solo de guitarra diferente a la original donde una lejana voz rescata el estribillo fragmentado, difuminándose en un fade out. De la época de Colores Santos, viene el híbrido trip hop/post rock “Rombos”.
La voz se encuentra filtrada y no necesita estar demasiado presente para que la instrumentación pueda enriquecer esta tonada soñadora que experimenta con imágenes crípticas. La guitarra eléctrica enfatiza y rompe con la calma del ritmo estoico que el órgano había mantenido adormecido.
En un ejercicio a dos manos, la pareja compone “Ahora es nunca”, donde el protagonista se entrega incondicionalmente a su enamorada. Las cuerdas artificiales que suenan a lo largo de este tema dan una sensación de locura que rematan con el coro “ahora es nunca, todo es nada, si no descanso en tu mirada”.
Este sentir tan profundo se ve complementado con “A merced”, otro dream pop que podría ser una balada de Spacemen 3.
Cecilia ejecuta el bajo y deja escapar dibujos melódicos con su voz en la segunda mitad de la canción, mientras Cerati susurra líneas de “Amor amarillo” con una base rítmica que estuvo ausente en la primera sección cerrando con broche de oro esta oda al corazón.
Amor Amarillo fue bien recibido por la prensa y el público, aunque sólo tuvo la oportunidad de presentarlo en vivo pocas veces durante 1994 por la naturaleza íntima que había impregnado realización.
Cuando Gustavo es invitado al programa de televisión argentino Ritmo de la noche se le hace la pregunta de rigor acerca de su banda y un año más tarde se edita el afamado Sueño Stereo, donde finalmente aparece “Crema de estrellas”, que realmente es parte del conjunto de composiciones de Amor amarillo.
Con el regreso del trío argentino, cerrarían el ciclo con el extraño experimento de MTV Unplugged titulado Confort y música para volar, primer disco multimedia de una banda latinoamericana, antes de despedirse en 1997.
“Torteval” es hoy en día una rareza que sólo estuvo disponible en la primera edición de CD, y es que este jam de corte funk con influencias del Sonido Manchester rompe con lo sublime de su viaje personal de 1993.
Sin embargo, hoy en día podemos escucharla en la reedición en vinilo doble que ha estado apareciendo desde 2015, junto al resto de su discografía que establece al cantautor argentino como uno de los portadores de la antorcha del rock hispanohablante.
Casi de inmediato, Gustavo sigue haciendo música y Bocanada de 1999 aún es considerado de sus mejores álbumes, madurando más su sonido con el paso de los años antes de su desafortunado ACV y posterior fallecimiento, luego de cuatro años en estado de coma.
IL Gimón
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