El 26 de octubre de 1992, el emblemático trío argentino liderado por Gustavo Cerati, publicó su sorprendente sexto álbum, una vuelta de tuerca a todo lo anterior
Soda Stereo
Dynamo
Columbia / Sony Music. 1992. Argentina
Tras el éxito arrollador de Canción animal (1990), un nuevo paso adelante en el sonido de Soda Stereo se produjo en este sexto disco.
Como había ocurrido en cada uno de los discos, las influencias británicas fueron notables. Muy atrás quedaba el new wave y el ska punk de Soda Stereo (1984) y Nada Personal (1985), las influencias de Simple Minds o XTC que afloraron en Signos (1986), o el funk y la tecnología digital de Doble Vida (1988)
El shoegaze y el noisy pop hizo su trabajo en Cerati, por ello las influencias de Ride, Slowdive, My Bloody Valentine, Catherine Wheel y otras bandas británicas de sonido lánguido y guitarrero orbitan sobre este fantástico trabajo.
Hay también influencias de la nueva psicodelia de Spacemen 3 y Spiritualized, así como de algunas bandas de Manchester. Todo ello había comenzado a percibirse en Canción Animal, pero es aquí cuando se desarrolla a plenitud.
Grabado en Estudios Supersónicos de Buenos Aires, en agosto de 1992, bajo la ingeniería y mezcla de Mariano López y la producción compartida por Zeta Bosio, Gustavo Cerati y Daniel Melero, las sesiones sirvieron para darle forma a muchos de los temas, incluídas las letras.
El siempre fiel Tweety González contribuyó con programaciones y sampler, mientras Melero agregó sintes y samplers, y Flavio Etcheto contribuyó con trompeta.
El llamativo arte obra de Alejandro Ros y Gabriela Medina, nos da la bienvenida.
“Secuencia inicial” y “Toma la ruta” imponen los lineamientos, el primero con guitarras amplias y envolventes, como mandan los cánones del shoegaze, y el segundo en la onda de Achtung Baby de U2
En seguida la densidad de “En remolinos” envuelve sin remedio, en la onda de Loveless de My Bloody Valentine.
En cambio “Primavera 0” toma un ritmo más en la onda de Teenage Fanclub, mientras “Camaleón” suena a The Stone Roses o The Charlatans.
La inspiración de “Luna roja” es Ride, mientras que la de “Sweet Sahumerio” va de The Orb al Primal Scream de Screamadelica.
“Ameba” retoma las murallas de guitarra, con una línea de bajo soberbia. “Nuestra fe” trae a primer plano a Happy Mondays y 808 State.
“Claroscuro” introduce elementos electrónicos que Cerati desarrollaría a plenitud en su faceta solista. Y para seguir el abanico de influencias, “Fue” deja entrever los primeros devaneos con el naciente trip hop y el link directo con Bocanada (1999).
La pieza de cierre, “Texturas”, de nuevo pone la guitarra en primer plano y el shoegaze. Aunque Melero y Tweety vuelven a encargarse de los teclados, éstos ahora no tienen tanto protagonismo.
Dynano no tuvo el mismo impacto que su antecesor, probablemente por el cambio de discográfica, pero sobre todo porque exigía a su público estar al día con el acontecer musical, en tiempos en que la juventud rockera de Latinoamérica se dejaba seducir más por el grunge que por lo que acontecía en Gran Bretaña.
Puede que sea un disco demasiado influido por el sonido británico de esos primeros años 90, pero a la distancia permanece como uno de los trabajos que mejor ha pasado la prueba del tiempo. La llamada “movida sónica” se extendía por Argentina.
Sobre el sexto disco en estudio Cerati dijo: “Dynamo consistió en tomar Canción Animal y destruirlo”. Y así pasó, para bien de la evolución de una banda que cambió para siempre la historia del rock latinoamericano.
Juan Carlos Ballesta