El largo mañana, el séptimo álbum de la banda de Aranjuez, la consolida como una de las grandes del panorama musical español a 15 años de formada
La banda comandada por Víctor Cabezuelo y Julia Martín-Maestro lanzó su esperado séptimo álbum, El Largo Mañana, convertido de inmediato en uno de los grandes discos de 2021 en España -por música y empaque-, con un inusitado éxito de venta de todos los vinilos en apenas 12 horas a través de su página web.
Es el gran momento de Rufus T. Firefly y ambos nos lo cuentan
Juan Carlos Ballesta
El panorama musical actual es un torbellino que pocas veces permite sosegarse para degustar lo que algunos músicos proponen. Muchas propuestas merecen mucha más atención de la que se les presta, pero los tiempos son urgentes, la oferta se desborda y el tiempo es escaso.
Las nuevas formas de consumo, difusión y marketing han terminado por imponerse y la carrera por un click -o muchos- se ha apoderado de la gran mayoría: músicos, discográficas, agencias y por supuesto, también de los consumidores.
En tiempos recientes poco parece importar lo que significa producir un disco y todo lo que ello involucra en tiempo, inversión, sensibilidad y esperanza. Son tiempos en los que es posible despachar la discografía completa de un artista en apenas unos clicks.
Son tiempos difíciles para el romanticismo.
Pero, ¿Qué pasa con los que siguen creyendo en los formatos físicos? ¿Qué ocurre con aquellos que continúan apostando por huir del inmediatismo y apuestan por lo duradero?
Lo ocurrido recientemente con la banda arancetana, Rufus T. Firefly es muy llamativo y esperanzador.
Tras la pausa que siguió a los magníficos discos hermanos, Magnolia (2017) y Loto (2018) -extendida por efectos de la pandemia- el grupo fundado y liderado por Víctor Cabezuelo (voz, guitarras, teclados, letras) y Julia Martín-Maestro (batería, ilustraciones), que completan Carlos Campos (guitarra eléctrica), Miguel de Lucas (bajo) y los recientemente incorporados Juan Feo (congas, djembe, percusión menor) y Marta Brandariz (teclados, sintes), ha regresado con un sorprendente y sofisticado séptimo álbum, El largo mañana.

El grupo llevaba meses anunciando el nuevo disco, cuya edición se programó para el 26 de noviembre. El lanzamiento fue precedido por tres adelantos, “Torre de Marfil”, “Lafayette (versión en directo)” y “Polvo de Diamantes”, y varios conciertos en los que tocaron el disco al completo ante audiencias totalmente cautivadas, como ocurrió en el Tomavistas Extra (leer crónica aquí).
El disco contiene diez temas que si bien no obedecen a un concepto único, poseen una estética común en la que la sutileza de los arreglos, los hipnóticos desarrollos instrumentales, las letras, la rítmica -que incluye congas con bastante protagonismo- y las ambientaciones, se mueven entre la psicodelia pop más prístina, el art rock y el más sofisticado indie pop.
Rufus habita un universo que incluye a Tame Impala, Radiohead, The Amazing, The Flaming Lips, Khruangbin, Spiritualized, King Gizzard, Temples e incluso la banda argentina Los Espíritus.
Lo verdaderamente sorprendente ha sido que la venta del vinilo produjo un inusitado interés que agotó en unas pocas horas el lote que estaba destinado para varios meses. La página web colapsó y las redes sociales entraron en ebullición ante semejante fenómeno.
El grupo no daba crédito ante semejante respuesta de sus fans, pero lógicamente un empaque de tal naturaleza, con vinilo transparente, un amplio folleto y un single adicional también transparente, era muy tentador.
Ante atrevimientos como éste, las esperanzas renacen.


Rufus T. Firefly ha protagonizado un episodio parecido al que en 2007 vivió Radiohead cuando decidió ofrecer una edición especial de su nuevo disco In Rainbows a través de su web, habiendo dejado atrás el contrato con EMI.
Ha sido un camino empinado que ya dura 15 años. Desde aquella primera maqueta de 2006 y el primer LP de 2008 cantado en inglés (My Synthetic Heart) y que tenía a myspace.com como la plataforma de difusión primaria, ha llovido mucho.
Hoy, Rufus T. Firefly es una de las bandas españolas que mejor representa la idea de independencia y auto gestión, con un notable crecimiento en su base de fans y un discurso musical sólido, honesto y auténtico.
El 2 de diciembre en un conocido mar de Malasaña, Julia (J) y Víctor (V) conversaron con sinceridad sobre el nuevo disco y el camino andado. De ambos emanan muy buenas vibraciones.

¿El largo mañana es hijo del confinamiento?
V: Yo creo que no. Pero digamos que cuando nació o estaba naciendo, los padres no estaban y la pandemia fue quien lo cuidó los primeros meses.
Creo que todos lo hemos pasado tan mal que no me gustaría que se relacionara con eso. Aunque, sin duda alguna, la pandemia lo ha condicionado porque todo ha pasado durante ese tiempo y el contexto de una parte importante de la composición y de la grabación ha sido ese.
Pero, en este disco no hay nada que hable de esos meses, ni creo que haya condicionado demasiado al resultado final. Este disco queríamos que fuera lo contrario, una esperanza y una ventana por donde mirar, más que una foto donde recordar cosas.
Hay en el disco ciertas melodías y ambientaciones que podrían interpretarse como nostálgicas o melancólicas. O quizá el mejor término sería paisajista, por la ciudad donde vivís, lejos de la ebullición de Madrid
¿Cómo definís el disco en su conjunto? El largo mañana es…
V: Es muy difícil definirlo (risas). Mas que nostalgia yo veo romanticismo. No estoy pensando en que el pasado fue mejor, no van por ahí los tiros. Estoy pensando en cosas que durante el pasado me han emocionado y que me siguen emocionando en el presente y me seguirán emocionando en el futuro, que tienen que ver con la belleza, con la armonía, con melodías bonitas.
Pienso más bien en algo atemporal y no del pasado y es uno poco lo que pretendíamos con este disco, que ahora mismo no encajara con nada, pero que dentro de diez tampoco encaje pero que lo puedas seguir escuchando
J: Como has dicho lo de los paisajes, a mi se me gusta que el disco genere paisajes. El diseño es como un horizonte donde mirar, un sitio donde puedes ver las cosas de otra forma, no tanto como pensando todo el rato en el pasado
En este caso el término “nostalgia” no implica necesariamente estar enganchado al pasado sino que melódicamente se genera una placidez que evoca momentos especiales y que en definitiva hace que el sonido sea de corte paisajista, por la evocación a ciertos paisajes que mentales
J: Es verdad que a veces la nostalgia se asocia con tristeza, pero en este caso es lo contrario. Y no porque no seamos nostálgicos -que lo somos- sino porque quizá lo veamos diferente
Sin duda, el término “romanticismo” es el más adecuado y está en línea con vuestra filosofía de trabajo en la que destaca lo importante del formato físico sobre las plataformas digitales, tal como queda claro en el tuit en el que Víctor reflexiona:
“Muchas gracias por escucharnos, de la manera que sea y mantener viva nuestra música. Sí me gustaría que supierais, cómo dato, que con la venta del vinilo de nuestro último disco, ingresamos en un día el equivalente a 12 años de ingresos de streaming. Así están las cosas”.
Queda claro que la escucha de la música de Rufus en vinilo es una experiencia que va más allá de una mera escucha de las canciones sino que se extiende al disfrute del cuidadísimo empaque que es una obra de arte.
Es el romanticismo que surfea sobre el streaming
V: Todo esto tiene que ver con lo que nos ha emocionado a nosotros cuando estábamos creciendo y empezábamos a disfrutar de la música. Los discos que mas he apreciado los he tenido en una cinta de casete o en un vinilo y les daba un millón de vueltas hasta que se me rayaban y estropeaban.
Los escuchaba en una minicadena y seguramente sonaría fatal, con cero definición, pero me daba igual, me emocionaba muchísimo. Me ponía a tocar encima y le daba muchas vueltas.
Para bien o para mal, los jóvenes de hoy esa experiencia no la pueden tener porque la facilidad y el milagro de tener toda la música del mundo en un móvil ha traído cosas increíbles pero ha quitado otras que para mi son importantes en la música como el hecho de machacarte un disco, escuchártelo mucho, aprenderte los detalles, pensar en el orden de las canciones y pensar porqué las han puesto así, y todo lo que conlleva hacer un disco
En Spotify ni te enteras quienes están detrás de un disco
V: Hay que asumir que la música ha cambiado. La forma de componer ha cambiado, pero yo creo que hay ciertas cosas que pueden ser compatibles y que no tienen porqué ser caducas.
De hecho el vinilo durante los 90 y parte de los 2000 no existía. Y ha vuelto porque hay gente que al igual que nosotros aprecia esa manera de escuchar la música, le llena, o bien porque recuerda cosas que le emocionaron.
A mi el vinilo me recuerda mucho a mi padre cuando los ponía y me lleva mucho a esa tradición entre comillas, a ese ritual, y me gusta mucho poner un vinilo. Me gustaría que si en algún momento tengo hijos me vieran poniéndolos, que lo cojan ellos y lo pongan también. Me parece mucho más bonito que darle al play en un móvil.
Hay en esto una combinación de fetichismo de un objeto físico que ejerce un encanto especial porque lo puedes contemplar, oler, leer, y ver lo que el artista te quiere decir más allá de las canciones…Además hay que ocuparse de darle vuelta, lo cual mantiene aún más la posición de escucha activa
V: ¡Es así! Me acabo de acordar de una cosa muy graciosa que ha pasado con un disco de Taylor Swift, un vinilo pequeño de 7”, que la gente se quejaba porque estaba cantando un tío pero es que es un disco de 45 rpm.
J: Igual hay algunos que me gustaban más lento que cuando lo puse a la velocidad correcta (risas)
¿Porqué el nombre El largo mañana? ¿Un horizonte lejano?
V: Tiene que ver con la aceptación. Pero no se habla de la aceptación desde un punto de vista resignado, sino desde un punto de vista positivo, como para empezar un nuevo camino.
Justamente lo del horizonte lejano es la visión que me gustaría transmitir. El título tiene que ver con eso, con todo lo que va a pasar a partir de ahora. Quería que este disco transmitiera mucha esperanza y quizá esa parte del disco si tiene que ver con la pandemia porque parecía que no había luz y no sabíamos lo que iba a pasar, todo era como muy caótico.
En ese momento yo quise tener esperanza. Pasé por momentos muy difíciles pero quise pensar que podía haber algo más después.
Todas las letras quise escribirlas pensando en que tiene que haber algo más, que tiene que haber algo detrás, que el día puede ser muy duro pero hay otro día después. Y mientras tengamos la suerte de vivir ese día después, hay esperanza.
En el concierto en Tomavistas Extra sentí un paralelismo entre Rufus y Radiohead, en este caso no por la música sino por el atrevimiento de estrenar abundante material nuevo que muy pocos conocían y lograr que el publico aceptara maravillosamente.
La gente va generalmente a los conciertos para escuchar lo que ya conoce, a menos que haya una conexión superior entre la banda y el público.
¿Cómo percibís eso?
V: Yo me siento muy agradecido por eso. El porcentaje de gente que nos ha ido a ver y que se ha quejado por no tocar canciones conocidas es muy pequeño. La mayoría lo ha entendido y quiero pensar que tiene que ver con todo lo que hay antes de este disco, con los 15 años que llevamos tocando e intentando expresar nuestra manera de ver la música.
De alguna manera el mensaje ha ido calando. Es verdad que si vienes por primera vez te puede chocar todo mucho, pero creo que si nos llevas siguiendo, nos escuchas y lees lo que ponemos, y ves cómo lo ponemos, si escuchas nuestros discos, creo que se puede entender porqué estamos haciendo las cosas así.
Queremos seguir estando vivos musicalmente, a nivel interno sobre todo, queremos emocionarnos cada vez que toquemos. Para bien o para mal si tocáramos otra vez Magnolia o hiciéramos un disco como Magnolia, no nos íbamos a emocionar.
Magnolia fue la hostia, nos cambió la vida, estamos superorgullosos de ese disco, pero esa etapa pasó.


Y lo justo para todo el mundo es ver sobre el escenario a gente honesta que está disfrutando de lo que está haciendo y que está tocando la verdad, no está haciendo una parodia de si mismo para vender entradas, está tocando lo que siente. Es lo que queremos seguir haciendo, evidentemente manteniendo el nivel más alto posible dentro de nuestras posibilidades. Intentaremos siempre ofrecer un show que merezca la pena y sino no lo haremos.
Creíamos mucho en este disco y que a la gente que nos sigue le pudiera emocionar. Hemos tenido la suerte que la gente ha reaccionado muy bien.
No hay duda que Rufus ya ha hecho una siembra que está dando sus frutos. Quince años es un tiempo suficiente como para construir una base de fans sólida en España pero también en algunos países de Latinoamérica.
Sin embargo, en ciertos tuits se refleja una especie de queja o lamento por no poder vivir con cierta holgura del trabajo con Rufus. Lo mismo podría extrapolarse a otras actividades relacionadas con la música.
¿Qué falta para poder consolidar a Rufus como una opción de vida única?
V: Es algo que me da mucha pena, pero no quiero que se entienda como una queja sino como una explicación. Deseo que le gente esté consciente de lo que está pasando con la música. No me gusta para nada la imagen de falso éxito en la que parece que siempre hay que aparentar porque pareciera que hay una cosa que no se acepta, que es todo lo que no sea éxito absoluto.
A veces los conciertos salen normal, ni bien ni mal. Nos estamos acostumbrando a que todo sea lo más, todo el rato hay que dar el 200%. No me gusta que todo el tiempo sea ‘sorpréndeme’. Me gustaría que la música nos diera cierta estabilidad, que nos pudiera dar un sueldo a final de año y que no tuviéramos que estar pensando en hacer cosas o dar conciertos que no nos apetece hacer porque sino no llegamos a final de mes.
Quiero que cuando nos subamos al escenario seamos 100% honestos, 100% entregados a lo que estamos haciendo. Pero a veces en la música ocurre que por las circunstancias, eso no es así. A veces te ves obligado a “actuar” en el mal sentido de la palabra, pero hay que ser profesional y hacerlo como si no te estuviera afectando.
Pero me jode tener que hacerlo porque es un trabajo muy digno.
Insisto en que no quiero que sea una queja pero me gusta que la gente que nos sigue conozca lo que pasa y que sea consciente que ocurre cuando escuchas a Rufus en Spotify en vez de comprarte un vinilo.
Evidentemente puedes elegir la opción que mas te convenga porque no todo el mundo tiene dinero para tener un reproductor de vinilos guai y escuchar música de esa manera. Pero es bueno que la gente lo sepa al momento de tomar una decisión.
Si algún grupo de los que admiro lo estuviera pasando mal y prefiere que le compre el vinilo en lugar de escuchar Spotify, yo lo haría porque además me gusta ser partícipe de que el grupo le vaya bien.
Creo que haces bien aireando esa situación porque la gran mayoría no está consciente de las diferencias. Esa reflexión debería salir de muchos otros músicos.
V: No entiendo porque son tan pocos artistas los que expresan esto. Creo que es por lo que digo sobre romper la imagen de éxito que parece que todos tenemos.
La autogestión de Rufus es digna de admiración. Los productos son de primera, se percibe que son realizados con mucho mimo. No cualquiera se atreve a realizar un vinilo como El largo mañana, cuyo éxito de venta ha sido sorprendente ya que en apenas 12 horas se agotó.
V: Es verdad que este vinilo no hubiéramos podido hacerlo hace 10 años porque no teníamos dinero ahorrado. En este disco hemos invertido más en la grabación y todo eso influye en el resultado.
Julia, sería interesante saber cuales son tus baterías referentes y si ello influye en lo que haces
J: Nunca he sido mucho de tocar o reflejar lo que me gusta en el grupo. Normalmente mis influencias han hecho cosas totalmente diferentes a las que hago yo en el grupo. Así me empapo mejor del jazz, del soul, que siempre aporta.
Mis influencias no tienen mucha relación con Rufus. Uno de mis referentes principales es Art Blakey and the Messengers, a quien tengo que oír al menos una vez a la semana. Una de mis influencias juveniles es la de Jimmy Chamberlain de Smashing Pumpkings. Pero tengo muchos que me gustan, como el de Radiohead (Phil Selway) que me encanta.
Al final empaparse de gente buena te ayuda a hacer cosas creativas. Pero por sobre todos está Art Blakey.
¿Eres autodidacta?
J: Estudié música en conservatorio, pero en la batería si lo soy. He tenido algunas personas que me han enseñado, como Víctor (se ríe y asegura que solo le ha dicho ‘mira, esto es una batería’), una de mis mayores influencias. El sabe como explicarte cosas muy complicadas.
Y tu, Víctor, ¿Cuáles son tus referencias? ¿Qué detonantes ha habido en tu vida, incluso antes de Rufus?
V: Ha habido muchos detonantes en mi vida. Crecí escuchando los Beatles, es el grupo de mi infancia y me encantaba escucharlos todo el rato. Las primeras canciones que aprendí a tocar eran de los Beatles.
Después me pasó con Nirvana. En la adolescencia fue el grupo que más me emocionó y me marcó y por ahí empecé a querer a hacer rock y a querer tener mis primeras bandas.
Una vez que tuve bandas descubrí a Radiohead, que me enseñó a que la música puede ser muchas cosas, que puede ser muy amplia. Me hizo ver la importancia de cada disco, cómo enfocar cada uno a nivel conceptual y sobre todo siempre me ha gustado que todo el tiempo quieren cambiar para no estancarse en un disco.
Sacaron Ok Computer que para mi es uno de los mejores discos de la historia y después sacan Kid A, que no tenía nada que ver. Siempre que Radiohead saca un disco me parece que nadie lo termina de entender y pasan tres o cuatro años y entonces todos dicen “¡hostia que disco!”.
Tienen otras inquietudes, otras referencias vanguardistas y siempre están intentando aprender. Van por delante.
También me gusta Tame Impala, que me abrió mucho la mente. Los primeros discos eran muy ilusionantes, que ese estilo psicodélico estuviera otra vez en boga de tanta gente.
En el caso de Tame Impala es como un The Flaming Lips menos complicado. El último disco, sin embargo, no me atrapó.
V: A mi también es el que menos me gusta. Tame Impala recogía un poco de The Flaming Lips y de Pink Floyd, lo hicieron con maestría y consiguieron atrapar a la gente joven de ahora, que es una de las cosas que mas me gusta.
Y el más reciente revulsivo ha sido Marvin Gaye, a quien había escuchado toda la vida, siempre había estado ahí, pero hace como 2 o 3 años en un viaje en furgoneta puse el What’s Going On y no me lo podía creer.
Una vez que ya había aprendido mucho más de la música que las primeras veces que lo había escuchado, pude entender todo lo que estaba pasando en ese disco. Y me decía esto es una locura, ¿Quién ha hecho esto? ¿Quién lo ha grabado? ¿Cómo un disco de 1971 puede sonar de esta manera tan perfecta?’
Luego te pones a leer como lo hicieron y te das cuenta que lo hicieron en poco tiempo y tiene mucho que ver con la maestría de los que lo hicieron, todo artesano, todo salía de sus manos, no había ningún truco. Eso es lo que mas me ha flipado de What’s Going On y de otros discos de principios de los 70 a los que no había prestado atención porque ella había ido a Pink Floyd, Led Zeppelin, The Doors…
Estaba la cumbre del rock pero también la cumbre del soul. Es increíble que todo eso haya pasado al mismo tiempo en 1971. Es alucinante. Ese disco es mi última revelación.
Fuera de los lugares donde ya habéis tocado, ¿en donde soñáis con presentaros?
V: Esta pregunta nos la han hecho alguna vez y yo no se que responder. Para bien o para mal soy una persona que no tiene demasiadas inquietudes en ese sentido y ahora mismo estoy pensando en el próximo concierto. Me cuesta ver más allá.
A veces me han dicho que tengo que ser más ambicioso con mi vida porque sino no llegas a donde se supone que debes de llegar. En mi caso los sueños tienen que ver más con hacer buenos discos que con tocar en determinados sitios
J: Hay una sala de España en la que he visto grupos, hemos pasado muchas veces pero nunca hemos tocado que es la Sala Razzmatazz de Barcelona. La experiencia de México con un público que nos trató increíble es algo que siempre gusta volver a experimentar
V: Todo lo que pasa hasta llegar a algo importante suele ser mas importante que eso.
Podríais mencionar un par de experiencias telúricas que hayan sido realmente trascendentes y las recuerden especialmente
V: Una de las grandes experiencias fue el concierto Bandada en 2018 (junto a Havalina) (leer crónica aquí). Fue muy bonito también a nivel personal y simbólico haber podido hacer ese concierto con Manuel (Cabezalí, productor de los discos desde 2012) y Havalina que ha sido una inspiración para nosotros por su manera de ver la música.
Haber podido hacer ese concierto juntos después de tanto aprender de ellos fue increíble. Yo sentía que Manu nos estaba tratando de tú a tú, a quien siento como mi maestro.
Otro gran concierto fue en La Riviera en abril de 2019, el cual dividimos en actos y decidí no hablar en todo el concierto. La gente lo entendió perfectamente y acabamos llorando. Fue el concierto de nuestra vida en el que dijimos ‘todo ha salido como tenía que salir’. Eran bloques de cuatro canciones, las tocábamos y nos íbamos. Salían invitados como Zahara y cantaba una canción nuestra antigua pero sin decir nada, y se iba. Entonces volvíamos nosotros.
Fue super guai, con la gente súper entregada.
El camino de El largo mañana apenas comienza. Seguro que sumará experiencias determinantes al catálogo de Rufus T. Firefly, el grupo que eligió llamarse como el extraño personaje encarnado por Groucho Marx en la película “Sopa de Ganso” (1933), en la que llega a ser presidente de un país ficticio llamado Freedonia (Libertonia).
La banda, como el personaje, ha creado su propio territorio y con cada disco captan más y más adeptos.