El 14 de julio de 1970 que publicado el interesante álbum debut de la banda londinense, que la historia ha olvidado y que no hacía prever el éxito futuro
Supertramp
Debut álbum
A&M. Inglaterra. 1970
El epónimo disco debutante de Supertramp, la afamada banda de art rock con elementos del progresivo y el folk formada en 1969 en la ciudad de Londres por Roger Hodgson (teclas, voz y guitarras) y Rick Davies (teclas y voz), llega al medio siglo aún subestimado.
Con claras diferencias musicales, influidas por el contexto social donde ambos se desarrollaron, Hodgson y Davies reclutaron los talentos de Robert Millar en la batería y Richard Palmer-James en las guitarras, quienes consolidaron el personal para grabar el álbum al cual hoy le celebramos 50 años.
En sus orígenes, antes de adoptar el nombre por el cual hoy la conocemos, Davies tocaba en un grupo llamado The Joint, el cual era patrocinado por un millonario holandés llamado Stanley Miesegaes quien ya no sentía estimulo en continuar apostando a la banda.
En un último intento, el ricachón holandés financiaría a Davis quien escogería a Hogdson y al percusionista Keith Baker para formar Daddy, la cual, poco después, adoptaría el nombre Supertramp inspirado en la autobiografía del poeta galés William Henry Davis, The Autobiography of a Super-Tramp.
A lo largo de este medio siglo de existencia, Supertramp tiene en los álbumes Crime of the Century (1974), Crisis? What Crisis? (1975) Even in the Quietest Moments (1977) y Breakfast in America (1979) cuatro de sus más exitosas obras discográficas.
Celebramos el punto de partida de una banda legendaria por la cual han pasado grandes músicos como John Helliwell, Bob Siebenberg y Doug Thompson, quienes han contribuido a delinear un sonido rock basado en el piano eléctrico, los vientos, guitarras y las distintivas voces de Hogdson y Davis, matizado con blues, jazz y pop.
La curiosa portada de una rosa con femenino rostro, es el envoltorio del vinilo de diez temas que inicia con los versos de la breve “Surely”: “Seguramente hay un modo en el que yo pueda complacerte, sólo en tu pasado yacen las lágrimas, seguramente hay un día en el que puedas decir que todo ocurrió a tu manera, algo de ilusión que puedas tener con el pasar de los años.”
Compuesta por Davis, Hogdson y Palmer, escuchamos al piano eléctrico de Davis y la voz líder de Roger.
La movida “It’s a Long Road” continua el set con el dominante teclado y Roger relatando: “Y bien, el camino que tengo ante mí, amenaza con dolor en cada curva, y bien mis necesidades son mías, entiendo y espero llamar a unos amigos, una buena compañía me reconfortaría, pero no quiero amar y distraer a mi corazón del camino…”
Un buen solo de teclado y la armónica sobresalen en este tema, con cierto aire a Caravan.
Luego, escuchamos “Aubade And I Am Not Like Other Bird of Pray”: “Cuando es larga la noche, tú me necesitas, para conversar o hablar, estoy allí para ver que el miedo no influya…”
El teclado vuelve al rol central como intro. La hermosa guitarra acústica va entrando dejando de fondo el órgano mientras Hodgson toma el rol de voz líder.
La siguiente canción es la más nostálgica “Words Unspoken” (Palabra no hablada):“¿Por qué cantar una canción solitaria? Todo el mundo sabe que el amor se equivoca, ¿Por qué perder un corazón que no se ha roto? No está roto ni puede estar roto…”
La guitarra eléctrica matiza con notoria delicadeza, siempre entorno a la voz de Roger Hogdson, con aires de jazz y cierta cercanía a Robert Wyatt. Richard Palmer colorea con la exótica balalaika lo cual la hace particularmente atractiva.
Luego, en “Maybe I’m a Beggar” (Tal vez sea un pordiosero), la quinta pieza, la banda nos ofrece una dramática composición que inicia con el octavín (una especie de flauta) donde Supertramp en parte nos dice: “No tengo mucho dinero, no tengo muchos pecados, hace mucho tuve un sueño pero no es recompensa, mi padre fue un hombre ciego, mi hermano un tonto, mi madre me dijo, ‘Dios es amor’ pero el odio impera”. Palmer sobresale con un solo para después interpretar “Home Again” que cierra el lado A del disco con la banda recordándonos que “varias veces el sueño se ha ido por el camino equivocado”
En esta breve pieza apreciamos un cierto aire folk.
La recurrente temática amorosa abre el lado B con “Nothing to Show” donde Roger y Richard comparten la voz líder. Una de las más rockeras y atractivas del disco, nos ofrece el solo de órgano y piano de Davis.
Richard Palmer entrega un poco de su talento en esta buena pieza que tras casi cinco minutos cede espacio a “Shadow Song”. Predominantemente piano y voz, el octavín retorna para adornar esta sentida pieza donde escuchamos: “¿Alguna vez te habló tu sombra y te dijo que algo andaba mal?, tan solo una figura en una pared iluminada por una lámpara, nunca noté que le importara, ¿te detuvo?
Otra triste pieza continua el set, “Try Again”: “¿Qué harías para atraparme? ¿Qué dirías para que sea a tu manera?¿Lo dejarías o lo intentarías de nuevo? Si vacilo en dejarte entrar, ¿Serías tú misma o actuarías? ¿Le dirías a los chicos o callarías? ¿Si digo no, voltearías y te irías o te quedarías?
Un interesante desarrollo hace Palmer tomando algunas frases de una fuga de Bach pero con un poco de jazz y rock e incluso un poco de experimentación a lo King Crimson o Soft Machine.
El álbum culmina con la repetición de “Surely” pero con un mayor desarrollo instrumental que la extiende a un poco más de tres minutos.
Nuestro celebrado álbum con Robin Black tras la consola de audio de los Morgan Sound Studios de Londres, fue realmente un buen comienzo pero al igual que sus coterráneos Renaissance, el repertorio de sus dos primeros discos se iría quedando en el pasado, lo cual no le hace justicia pero así son las cosas en esta competitiva industria de la música.
Y mientras, recordemos…
Leonardo Bigott
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