El inició del histórico Olé Tour de 2016, hasta la fecha la más extensa gira latinoamericana del legendario grupo, se produjo en Santiago de Chile
The Rolling Stones
Concierto en Estadio Nacional, Santiago de Chile
(Febrero 3, 2016)
El inició del histórico Tour Olé, hasta la fecha la más extensa gira latinoamericana del grupo liderado por Jagger y Richards, se produjo en Santiago de Chile. Un show que quedará para el recuerdo. Es la historia misma que pasó por Chile.
Lo cuenta Lorena Tasca (@latascalore)
Para el concierto en el Estadio Centenario de Montevideo, Uruguay, fue escogido como fotógrafo oficial de la banda el venezolano Carlos López (@carloslopezfoto), colaborador habitual de Ladosis.
Al final de la reseña una fantástica galería de su talento.
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Hay que comenzar definiendo el término mas adecuado para este concierto y la gira completa:
Histórico. Las definiciones del DRAE son:
- adj. Perteneciente o relativo a la historia.
- adj. Dicho de una persona o de una cosa: Que ha tenido existencia real y comprobada.
- adj. Digno de pasar a la historia.
- adj. Dicho de una obra literaria o cinematográfica: De argumento alusivo a sucesos y personajes históricos sometidos a fabulación o recreación artísticas
Histórico, es esa la palabra que mejor engloba -con todos sus significados- lo que fue el show con el que The Rolling Stones abrieron su gira latinoamericana de 2016, que comenzó en Chile y terminó sorpresivamente en Cuba casi dos meses después.
Histórico porque son más de 270 años los que suman sus cuatro integrantes principales, son más de 50 de trayectoria y porque tuvieron que pasar 21 para que estuvieran de vuelta a Santiago de Chile.
Y hay otro dato numérico que hace histórico el paso de Mick Jagger, Keith Richards y compañía por el Estadio Nacional: después de 18 años interpretaron por votación del público “She’s a Rainbow”, un tema que se escuchó por última vez en tarima en el “Bridges to Babylon Tour», entre 1997 y 1998, escogido por el público mexicano (Crónica aquí)
Con esa idea de que quizás sea la última gira de ellos, también se imprime a este show un poco más de historia, y claro mucha nostalgia por el viejo rock.
Por eso entre los casi 60.000 asistentes, muchos estaban ahí porque había que verlos aunque sólo conocieran los temas más emblemáticos de la agrupación.
También porque era necesario ver en vivo los famosos movimientos de cadera de Mick Jagger, la colección de guitarras de Keith Richards -que no repitió una por canción-, la seriedad de Charlie Watts en la batería y la sonrisa eterna de Ronnie Wood entre los innumerables riffs.
Hay más datos que hacen este tour –que originalmente cerraba el 17 de marzo en Ciudad de México, pero que terminó en La Habana el 25 de marzo- algo distintivo, algo que se convertirá en uno de los mejores recuerdos.
Santiago fue la ciudad en la que Sasha Allen se estrenó como corista de las “majestades satánicas”, en reemplazo de Lisa Fischer, quien estuvo desde 1989 con los Stones. En dúo con Jagger en “Gimme Shelter”, se ganó aplausos, gritos y unas cuantas caras perplejas cuando se puso frente a la tarima y cantó sola buena parte del tema.
Por eso -y seguro que por mucho más- lo de esa noche fue un espectáculo completo, redondo. Un total de 19 canciones, donde quizás faltaron algunos hits como «Anybody See My Baby«, pero no faltaron otros como «Start Me Up«, una canción que sirvió para empezar, con fuegos artificiales incluidos, a las 21:15 horas.
Un tema que mostró a un Jagger dispuesto a hablar casi siempre en español con los modismos del país incluidos. Un gran punto a favor, considerando que los chilenismos hasta tienen un diccionario aparte.
Con esta gira, que realmente comenzó en 2012 cuando el grupo festejaba sus cinco décadas, la banda se lanzó con canciones como «It’s Only Rock and Roll (But I like it)«, en la que Jagger cantó y gesticuló como si se tratase de un manifiesto grupal, mientras en las pantallas se vio público de todo el mundo y de todas edades, disfrutando de un Mick con la misma vitalidad de siempre.
Jagger con su característica bocota fue hasta el final de la pasarela y volvió una cantidad de veces incontables -casi siempre con una camisa de un color distinta, desde morada hasta dorada, siempre brillantes-, con su paso donde se contorne de manera sensual y detrás siempre lo secundó Richards con su sonrisa diabólica, encorvado como sólo él sabe y tirando riffs en todas las direcciones.
Una coreografía que ya no se ensaya, que ya es marca y que estuvo presente en temas como «Tumbling Dice» y “Out of Control”. Así fue parte de la primera etapa del show, y con menos de cinco canciones ya dejaban claro que los Rolling Stones van más allá del mito, de la leyenda y del espectáculo megalómano. En ese instante, nadie los podía igualar.
Es que en ese mismo escenario también estuvieron Chuck Berry, Muddy Waters, Bob Dylan y muchos más legendarios del rock, del blues y de la historia.
Porque la principal gracia de esta banda es esa, que supo recoger en un extenso catálogo, lo mejor del momento para empaquetarlo en canciones pegadizas, desafiantes y por siempre en muchos soundtracks de películas, de series, de vidas.
Un cierre de satisfacción stoniana
Para el tramo final con las canciones obligadas que todos -los que conocen toda la discografía y los que no- quieren bailar y cantar: «Miss You«, «Gimme Shelter«, «Brown Sugar«, «Sympathy for the Devil» y «Jumpin’ Jack Flash«.
Porque la fiesta de los Stones no tiene fecha de vencimiento, y aunque llegaron sin un disco bajo el brazo -no han grabado nada nuevo en estudio desde A Bigger Bang (2005), salvo los temas «Doom and Gloom» y «One More Shot» en su 50 aniversario-, los temas que son su sello serán siempre los más esperados.
Dotados de un sonido impecable, acompañados por músicos también legendarios como Darryl Jones en el bajo, Chuck Leavell y Matt Clifford en los teclados y Tim Ries y Karl Denson en los saxos, llegó la previa de la despedida con “You Can’t Always Get What You Want«, junto a un coro conformado por más de 20 músicos de la Coral de la Universidad de Chile y una tarima casi a oscuras.
En el último golpe: «(I Can’t Get No) Satisfaction«, con un escenario transformado en una pista de baile con luces de todos los colores y fuegos artificiales para cerrar.
Dos horas y 10 minutos de un show inolvidable que se hizo en una tarima de 58 metros de largo, 25 metros de profundidad y tres pantallas, con una potencia bestial y de una nitidez increíble.
Hay que insistir, todo lo que ahí pasó fue histórico.
Lorena Tasca
Aquí una galería de fotos del fotógrafo venezolano Carlos López (colaborador habitual de Ladosis) del concierto en el Estadio Centenario de Montevideo, Uruguay, para el cual fue escogido por la propia banda para hacer las fotos oficiales en ese país. Con esta muestra se comprueba su increíble talento