El 12 de septiembre de 1975, el cuarteto londinense publicó el paradigmático noveno disco, pináculo del space rock, dedicado a Syd Barrett
Pink Floyd
Wish You Were Here
Harvest / EMI. 1975. Inglaterra
En la lista de discos inmortales e influyentes de la historia del rock, hay varios de Pink Floyd.. En septiembre de 1975 se editó el noveno disco del cuarteto, dedicado a su genio fundador Syd Barrett, pináculo del space rock y fin de la etapa más creativa como núcleo monolítico de David Gilmour, Roger Waters, Richard Wright y Nick Mason.
Han pasado 45 años y su vigencia sigue a tope.
La levitación de Pink Floyd
La década de los 70 dio para todo. Comenzó de una manera y terminó de otra muy diferente. El año 1975 fue no solo el meridiano de aquella década, sino casualmente el momento que divide con notoriedad dos mitades, musicalmente hablando, muy distintas entre sí.
El primer lustro había sido el escenario del rock progresivo y sinfónico, el glam rock, el hard rock, el folk rock, el funk y el southern rock. Todavía los coletazos de la contracultura encarnada por el rock, el movimiento hippie, la psicodelia y la estética Woodstock se notaban.
La segunda mitad, en cambio, tuvo a la música disco y al movimiento punk como auténticos fenómenos musicales, de origen, desarrollo, impacto y estéticas muy distintas, ocurriendo en simultáneo.
Sobre todo ello cabalgó Pink Floyd, una banda que nació en plena era psicodélica y transitó por todo lo anterior mientras creaba un estilo único gracias al cual nació el adecuado término space rock.
Los punks se jactaban de usar franelas con el lema “I Hate Pink Floyd”, sin percatarse que en sus textos había una crítica abierta al estado de las cosas. Pink Floyd pudo con todo y no solo editó obras con mensajes críticos a la clase política dominante como Animals en 1977 (inspirado en “Animal Farm” de George Orwell) o The Wall en 1979, sino que seguían vendiendo millones de discos sin necesidad de hacer concesiones.
45 años dándole brillo al diamante
Justo hace 4 décadas y un lustro, el 12 de septiembre de aquel año de transición entre estilos y corrientes musicales, Pink Floyd editó el que para muchos (incluyendo a dos de sus miembros: David Gilmour y Richard Wright) es su mejor disco.
Wish You Were Here (1975), fue la culminación de un período creativo sin igual que llevó al grupo a establecer un estilo único y distintivo de rock espacial, con elementos del prog rock y la psicodelia, el cual alcanzó su primer gran cenit con el disco Meddle (1971).
En 1973, se había editado Dark Side of The Moon, piedra angular de su discografía, con el que la banda logró ubicarse en el pináculo del rock y establecer paradigmas de producción y grabación. Aquel disco se instaló en las listas y no las abandonó en años, convirtiéndose en el segundo álbum más vendido de la historia en Estados Unidos.
La gira que siguió a DSOTM en 1974 incluyó dos sets, el primero compuesto por material totalmente nuevo y el segundo con todo el famoso disco ejecutado al completo. Nada común esa circunstancia, pero su púbico fiel escuchaba con ansiedad no solo los temas de Dark Side sino todo lo que Gilmour, Wright, Mason y Waters tuvieran a bien presentar.
Más de una hora de material nuevo era un suculento manjar. Así se mantuvo la banda tocando invariablemente el mismo repertorio durante 1974 y 1975, dejando que ese material madurara y pasara de ser desconocido a convertirse en referencial.
Entre los temas que estrenaron en 1974 estaban “Shine on Your Crazy Diamond” y “Have a Cigar”, más otros dos, “Raving and Drooling” y “You´re Got to Be Crazy”. Los primeros dos se convertirían en la médula espinal de Wish You Were Here, mientras que los otros fueron descartados pero terminaron dando forma al disco Animals (1977), rebautizados como “Sheeps” y “Dogs”.
Fue sin duda, el último gran período creativo en el que funcionaron como cuarteto, antes de que afloraran las tensiones y los egos comenzaran a hacer mella en la relación entre los cuatro. Para el momento de The Wall, Pink Floyd se había convertido en el vehículo de Roger Waters.
Tributo a Syd Barrett
Wish You Were Here fue dedicado al fundador del grupo y malogrado genio Syd Barrett, que había quedado en un limbo mental desde 1968, desgraciadas circunstancias que los llevó a prescindir de él.
La temática principal del álbum fue una crítica a la industria musical. Entraron a los estudios Abbey Road, con Bill Humphreys de ingeniero, en enero de 1975, pero las ideas aún no estaban claras a pesar de que ya habían tocado buena parte del disco en los conciertos.
Habían quedado exhaustos tras el largo período que siguió a Dark Side of The Moon, dejando claro que no estaban preparados para tal impacto. El fallido matrimonio de Nick Mason incidió en su apatía y por tanto en su forma de tocar, algo que tuvo que ir corrigiendo durante las sesiones a pedido de los demás.
El proceso comenzó a fluir gracias a las ideas musicales de Gilmour y Wright y al concepto plasmado en los textos por Waters. A pesar de ello, todos citaron años después que al comienzo el proceso de grabación fue difícil e incluso tedioso.
Aunque en los conciertos de 1974, “Shine on Your Crazy Diamond” era tocada al completo en sus más de 20 minutos, Waters se empeñó en dividirla en dos grandes bloques para abrir y cerrar el disco, ante la negativa de Gilmour.
Su idea obtuvo el apoyo de Wright y Mason. La pieza contó con la participación de Dick Parry en el saxo.
En medio ubicaron los otros tres temas. “Welcome to the Machine” (con protagonismo del sintetizador EMS VCS 3) cerraba el lado A del LP.
El lado B lo inicia la fantástica “Have a Cigar”, con la voz del gran cantautor folk Roy Harper, quien devolvió el favor a Gilmour invitándolo al disco HQ que grababa en paralelo)
Entonces aparece la emotiva “Wish You Were Here”, dedicada a Syd y cuya letra dice en parte: “¿Hicieron que vendieras tus héroes por fantasmas? / ¿Cenizas calientes por árboles? / ¿Aire caliente por una fría brisa? / ¿Una fría comodidad por (evitar) el cambio? / ¿E intercambiaste un papel de extra en la guerra, por un papel de protagonista dentro de una jaula? …
Cómo desearía… / cómo desearía que estuvieses aquí / somos solo dos almas perdidas / nadando en una pecera / año tras año / corriendo sobre el mismo viejo suelo / ¿qué hemos encontrado? / Los mismos viejos miedos / Desearía que estuvieses aquí”
Durante las sesiones de grabación el violinista francés Stéphane Grappelli, que estaba grabando en un estudio contiguo con Yehudi Menuhi, fue invitado a participar en “Wish You Were Here”, pero finalmente no fue utilizada esa toma. La versión que vio la luz finalmente en 2011.
El 5 de junio apareció en el estudio la irreconocible figura de Syd Barrett, gordo y calvo, poniéndose a la orden. Aunque al principio nadie lo reconoció, una vez que Gilmour notó quién era la conmoción no se hizo esperar.
Syd había aparecido como un fantasma, pero realmente él ya no pertenecía a la misma dimensión. Ese encuentro reafirmó la intención de dedicarle el disco.
Arte y ventas de Wish You Were Here
El cuidado arte del disco estuvo a cargo una vez más de Storm Thorgerson y la casa diseñadora Hipgnosis, responsable de muchos discos en los años 70 y muy en especial de los de Pink Floyd. Entre los diseñadores asistentes estuvo Peter Christopherson (Throbbing Gristle, Coil)
La famosa imagen de dos hombres estrechando sus manos y uno de ellos en llamas se hizo más icónica incluso que la propia portada que mostraba dos manos mecánicas estrechadas. También la metáfora del hombre nadando en un desierto o mar de arena (tomada en el desierto Yuma en California) o la mujer desnuda con velo, o el nadador de cabeza en el lago Mono (también en California), son imágenes simbólicas asociadas con la soledad y la ausencia.
El disco fue envuelto en una especie de celofán negro que ocultaba al completo el arte de carátula y despertaba la curiosidad.
La discográfica EMI Records se vio desbordada al quedarse muy corta con el tiraje inicial de discos. Antes de editarse ya había sido certificado como Plata y Oro en Gran Bretaña y para la semana de su lanzamiento ya era disco de Oro en Estados Unidos, con ventas de 100.000 discos apenas siendo lanzado. En 2004 el disco había vendido alrededor de 13 millones de copias alrededor del mundo.
Wish You Were Here permanece como uno de los momentos más memorables en la historia del rock.
Juan Carlos Ballesta