En mayo de 1979 el gran guitarrista inglés lanzaba su fantástico tercer disco, ya definitivamente lejos de Genesis
Steve Hackett
Spectral Mornings
Charisma. 1979. Inglaterra
“Guitarrista/compositor busca músicos dispuestos a luchar más allá de las existentes formas musicales estancadas”. Así rezaba el anuncio que justo antes de la navidad de 1970 un joven guitarrista había puesto en la prestigiosa revista musical inglesa Melody Maker.
Este clasificado llamó la atención de otro incipiente compositor llamado Peter Gabriel. El resto es una asombrosa historia que aún sigue en desarrollo. ¿Su protagonista? Un reflexivo y talentoso músico de nombre Steve Hackett.
Los aportes musicales de Steve Hackett a la música de Genesis son parte de la esencia del período más significativo de esa emblemática banda del progrock. Su espectral estilo siempre fue un muro de contención que lo separaba de una mayor empatía con el resto del grupo. Hackett era lo que George Harrison a The Beatles. Reflexivo, taciturno, talentoso y visionario.
Tras formar parte de álbumes clásicos como Foxtrot (1971), Nursery Cryme (1972), el superlativo Selling England by the Pound (1973) y el épico The Lamb Lies Down on Broadway (1974), Hackett vivió los difíciles años de la era post-Gabriel, participando además en los asombrosos A Trick of the Tail y Wind and Wuthering, ambos de 1976, y el magnífico álbum grabado en vivo Seconds Out (1977). Hastiado de un estancamiento y poco reconocimiento dentro de la banda, era ya lógico que su primer intento solista, Voyage of the Acolyte (1975), fuera también la primera piedra angular de una carrera que ya lleva más de 35 discos.
Hoy ese “Viaje del Acólito” es considerado por muchos como “el álbum que Genesis jamás grabó”. Editado cuando Steve aún era miembro de la banda, ese primogénito LP colocaba sobre la mesa los elementos de un lenguaje guitarrístico tan sólido dentro del clasicismo como del progrock.
Tres años más tarde lanzaría Please Don’t Touch, otro interesante álbum que mostraba la expansión de un Steve Hackett que en su línea de composición difícilmente hubiera podido subsistir en Genesis.
Nuestro celebrado álbum fue el siguiente paso natural que condujo a Hackett a formar una “banda de gira” para respaldar su idea de promover la música de los dos primeros álbumes en vivo. Así Mr. Hackett, el músico de ponderado temperamento, formaría la banda que grabaría en su tercer álbum titulado Spectral Mornings (Mañanas Espectrales).
Así, su hermano John Hackett en las flautas, Dik Cadbury en el bajo eléctrico y la voz, Nick Magnus en las teclas, Pete Hicks en las voces y el baterista John Shearer, conformaron la banda que imprimió esta placa discográfica y que nos da la bienvenida con el rostro de Steve en puntillismo dibujado por su entonces esposa, Kim Poor.
Con un justo balance entre lo lírico y lo instrumental, Steve Hackett compuso las ocho piezas que componen este trabajo. “Puedes encender un fuego en el rostro del invierno o di por qué se ha perdido una vida, isla de placer multitudinario lugar”, es la primera estrofa de “Every Day”, tema que comienza el disco. Melodiosa, sencilla y atractiva nos sorprende con un breve y hermoso pasaje.
Hackett emplea varios “licks” para construir esta bella línea melódica. Sin embargo no deja de faltar ese elemento “Genesis” en el solo de guitarra: amplios espacios bañados de rock. La pieza nos murmura “Cinema Show” con Steve hilvanando cada frase a todo lo largo.
A esta primera composición le sigue un hermoso arpegio como intro en “The Virgin and the Gypsy” (La virgen y el gitano). Destaca en esta pieza la flauta de bambú de John Hackett. “Un ramo de flores verdes (campo de lima), rodea un ciprés, dulce caléndula difícil de encontrar, pasan los cardos de leche…”, nos dice Hackett quien junto a su hermano acompañan a Hicks.
La floral pieza es una de las más hermosas del disco. Existe acá la evocación de un asiático paisaje donde los hermanos Hackett destacan.
Manteniendo el mismo motivo, Steve y su banda nos ofrecen “The Red Flower Of Tachai Blooms Everywhere” (La roja flor de Tachai florece en cualquier parte). Apreciamos acá sonoridades similares encontradas en el álbum Olias of Sunhillow de Jon Anderson tres años antes.
El delicado tema es una clara exploración de otras músicas del mundo. Hacket toca el koto cantonés acompañado del mellotron emulando un cantante japonés. También están la flauta y el gong.
El lado A sigue con la más dramática “Clocks – The Angel of Mons”, otro despliegue instrumental lleno de diversas tonalidades con Steve Hackett al mando como hilo conductor.
En la segunda parte se escucha solamente el torrente percutiente de un solo de Shears durante poco más de un angustioso minuto para después escuchar “Ballad of the Decomposing Man”, un tema parcialmente de carácter circense, casi un ragtime, donde el guitarrista nos recuerda a “Please Don’t Touch” e intenta un poco de blues con la armónica para radicalmente transformarse, a mitad de camino, en un tema caribeño con influencias del cailipso. Hackett’s Steel Band.
No necesariamente de mi agrado, pareciera una selección de último minuto en la que escuchamos, con algo de sorpresa pero cierta complicidad, versos como “Soñando con doradas arenas y palmeras, dije archívalo y engrápalos, tállate y deshaz las costuras, regresa justo para la hora del té y no tardes”, todo con ese toque de gran picardía que los ingleses llaman tongue-in-cheek (lengua en mejilla).
Abre el lado B con la diametralmente opuesta composición “Lost Time in Cordoba”, una hermosa y delicada pieza para guitarra y flauta. Steve exhibe cuan adepto es a las tonalidades clásicas.
Un ligero eco produce un aire de nostalgia que nos recuerda un poco a “Horizons”, el solo de Foxtrot en el cual Hackett interpreta parte de una Suite de Cello de J.S. Bach.
El álbum continua con una espectral y dramática historia titulada “Tigermoth”, que relata hechos desde la perspectivas de pilotos caídos en la Segunda Guerra Mundial. Un silbato recrea la fatídica experiencia.
Hicks canta: “Justo antes que su padre cumpliera servicio en la gran guerra y cantara: estamos orgullosos de servir al rey”.
El tema título es otro hermoso instante que se va construyendo con diferentes motivos a través de la guitarra. Originalmente concebida como pieza vocal, esta composición permanecerá como un tema instrumental a sugerencia de Hicks. “Spectral Mornings” ha sido una composición clave en las presentaciones en vivo a través de tiempo.
El guitarrista de Marillion, Steve Rothery, la cuenta como una de sus más inspiradoras. En mi opinión es también el clímax de esta icónica obra. En ella Hackett daba un paso al frente para afianzar un estilo que incorporará más adelante matices diversos que surgen de las guitarras acústicas de seis y doce cuerdas, la eléctrica de seis y las sonoridades de las cuerdas de nylon en la guitarra clásica, paseándose por influencias que van desde Erik Satie y Bach hasta Heitor-Villalobos manteniendo su guitarra eléctrica con un carácter grisáceo y espectral que ha encontrado tiempo para brotar con otras intenciones, lo que se evidenciará en su sucesor inmediato Defector (1980), Till We Have Faces (1984) y el menos efectivo Blues With A Feeling (1994).
Leonardo Bigott