El 29 de septiembre de 1997 fue publicado el estupendo álbum 23 y último en estudio del siglo 20 de la legendaria banda inglesa
The Rolling Stones
Bridges to Babylon
Virgin. 1997. Inglaterra
El vigésimo primer disco en estudio de la legendaria banda londinense (el #23 en Estados Unidos) fue el último de nuevo material en el siglo 20 y apenas el segundo de los años 90, aunque en ambos casos los discos fueron doble LP (CDs por encima de los 60 minutos).
Aunque el paso de los Stones por los estudios había decrecido notablemente desde la aparición de Dirty Work (1986), ocurrió lo contrario con su actividad en vivo, la cual se potenció de manera notable a partir de la gira que siguió a Steel Wheels (1989) (última con el bajista Bill Wyman) y que con Voodoo Lounge (1994) había adquirido dimensiones inimaginables.
El Bridges to Babylon Tour fue aún más apoteósico, con 108 conciertos y un escenario que en aquel momento fue el más grande de la historia. (Leer aquí crónica del concierto en CDMX)
En una ascendente curva, este álbum representa la cúspide de la seguidilla de discos anteriores, con una estupenda mezcla de temas que abordan el lado rocanrolero más descarnado de la banda como “Flip the Switch” y “Too Tight”, dos temas que recuerdan a la primera época con Ronnie Wood (Some Girls, Emotional Rescue), hasta las baladas de aroma country como “Already Over Me” y “Always Suffering” o las dos que cierran el disco cantadas por Keith Richards, con pinceladas soul, “Thief in the Night” y “How Can I Stop”.
Ningún otro disco cuenta con tres canciones con la voz solista de Richards, la otra es el pegadizo reggae “You Don´t Have to Mean It”, sin duda una influencia de sus largas estancias en su casa de Jamaica que comenzó a aflorar en Black and Blue (1976).
Hay varios temas rockeros de velocidad media como “Low Down” y “Saint of Me”, uno de los éxitos de este disco. También hay espacio para los temas con el tumbao funky que se insertó en el sonido Stone en Sticky Fingers (1971): “Gunface” (con gran solo de guitarra) y “Might as Well Get Juiced”, este último con inflexiones trip hop y una guitarra western cortesía del gran Wood.
Los dos temas más conocidos del álbum son “Out of Control”, con excelente armónica de Mick Jagger, con pasajes que recuerdan a The Temptations (grupo al que versionaron dos veces) y sobre todo “Anybody Seen My Baby” (co-escrita con K.D.Lang y Ben Mink), el más radiado de todos, que cuenta con un video con Angelina Jolie de protagonista.
El disco posee una grabación realmente impecable. La batería de Charlie Watts suena prístina, las guitarras de Wood y Richards se escuchan en todo su esplendor, mientras que los bajistas Darryl Jones, Doug Wimbish, Me’Shell Ndegeocello y Dany Saber hacen su trabajo de manera sobria.
Los teclados fueron responsabilidad compartida por Bemmont Tench, Matt Clifford, Billy Preston, Jamie Muhoberac, Dany Saber, Don Was y el propio Jagger, sin tener nunca protagonismo.
La producción de The Glimmer Twins, con ayuda de Don Was y The Dust Brothers, resultó decisiva, manteniendo el sonido Stone pero incorporando elementos de los 90 como secuencias electrónicas.
Cada instrumento, cada acorde de las guitarras de Richards y Wood, cada preciso beat de Charlie Watts, suena cristalino y perfectamente balanceado en la mezcla de Tom Lord-Alge.
La distintiva ilustración del león babilónico de Kevin Murphy y el resto de elementos por Gerard Howland, fueron la base para ensamblar las gigantes figuras usadas en los escenarios de la gira, que contó además con un largo puente electro mecánico.
Bridges to Babylon representó el cierre de un ciclo muy importante para los Stones. Ocho años pasarían para que llegara un nuevo álbum de estudio, A Bigger Bang (2005) y con él la mayor gira de la historia, aun no superada por grupo alguno.
Juan Carlos Ballesta
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