Publicado el 3 de noviembre de 1971, el debut del grupo dirigido por John McLaughlin es un referente indiscutible del nivel de excelencia que puede lograrse cuando el destino reúne a cinco prolijas mentes
Mahavishnu Orchestra
The Inner Mountain Flame
Columbia Records. 1971. E.E.U.U. / Gran Bretaña
Aqualung de Jethro Tull, Sticky Fingers de The Rolling Stones, Meddle de Pink Floyd, Who’s Next de The Who, Led Zeppelin IV, Nursery Crime de Genesis, y The Yes Album y Fragile de Yes, fueron algunas de las maravillas discográficas publicadas en ese estupendo año que fue 1971, doce meses de insaciable creatividad musical.
En esos días, Nueva York era testigo de la unión de cinco mentes brillantes con un altísimo octanaje difícil de encasillar.
El virtuoso guitarrista inglés John McLaughlin, quien antes de formar la Mahavishnu Orchestra ya había dado importantes aportes a la banda del genial Miles Davis† en los emblemáticos discos In A Silent Way y Bitches Brew; el telúrico baterista panameño/estadounidense Billy Cobham; el bajista irlandés Rick Laird†; y los increíbles estadounidenses Jan Hammer y Jerry Goodman, teclista y violinista respectivamente, dejaron para la historia una obra irrepetible y pionera de ese discutible pero necesario mote que aún persiste y llamamos “jazz fusión”.
La banda, caracterizada por una mezcla de música clásica india, jazz y una suerte de rock psicodélico, vivió tres encarnaciones, dos de ellas entre los años 1971-1976 y finalmente 1984-1987.
Durante la primera fueron editados solo dos discos en estudio, The Inner Mountain Flame y Birds of Fire (1973), así como el álbum en directo Between Nothingness & Eternity (1973), que incluye piezas de las Trident Sessions, desechadas en su momento y editadas décadas después.
Tras estos discos, la primera encarnación se desmembró y McLaughlin se tomó un año para conformar una segunda formación.
Con Don Puluse detrás de la consola, el quinteto, que ya se había presentado en vivo antes de grabar este memorable disco, nos ofrecía un estupendo repertorio de ocho temas tallados en la más fina madera a lo largo de poco más de tres cuartos de hora.
“Meeting of the Spirits” abre el disco con la banda dando las primeras notas al unísono. El espiritual título alude a los miembros del grupo cuyo encuentro se va develando de una forma magistral, presentándonos los superlativos talentos de este extraterrestre quinteto.
Cobham es el primero de ellos con John y Jerry entrando en segunda instancia, destilando buena parte de esa organicidad que es encontrada comúnmente en el jazz pero llevada a niveles estratosféricos por estos maestros.
Las frases de Hammer y demás miembros se van hilvanando con misteriosos matices. Goodman, con su filoso violín nos lleva hacia el final del primer tema con sospechosa intención.
La banda exhibe una gran dulzura en “Dawn”, el segundo tema con Jan y Jerry guiando el camino antes de la entrada del erudito guitarrista cuyas virtuosas frases son elementos distintivos del sonido de “Mahavishnu”.
Jerry es una vez más al agudo protagonista de esta estupenda pieza donde el órgano y piano eléctrico dan delicados matices, sobre todo hacia el final.
Ciertamente un tema lleno de un vasto lenguaje.
“Noonward Race” es uno de los temas más atractivos del disco, sobre todo porque cada miembro desgrana sin pudor un protagonismo que recuerda a grupos como King Crimson o Gentle Giant, crisole de características sin paralelos que a niveles como éste no suelen darse con frecuencia, principalmente por la intensidad de la música que componen.
“A Lotus on Irish Streams” es el punto medio de esta extraordinaria placa discográfica. Melancólica y colmada de hermosas pinceladas con las que el quinteto va desplegando su identidad individual de un modo orgánico, esta pieza es un elemento subyugante que nos deja boquiabiertos dejando espacio para la reflexión.
De sobrada belleza nos logra dibujar una imagen mental de “un loto en corrientes irlandesas” dando sosiego a nuestra alma.
“Vital Transformation” nos retorna a una dinámica más pronunciada con las vertiginosas frases de McLaughlin y Goodman. Una vez más el diálogo musical nos abruma.
Debo hacer mención acá a la sección rítmica de Liard y Cobham que sobresale al inicio y que es responsable de mantener la tensión sonora de cada tema, evitando un caos sónico que resulte en algo repugnante.
Billy y Rick parecen ser la dupla que ancla a este superlativo grupo.
El repertorio continua con “The Dance of Maya”, un tema con rasgos de blues y que es el vehículo idóneo para que John nos demuestre el alcance de su magistral estilo. Guitarrísticamente hablando, esta pieza exhibe buena parte del vocabulario del McLaughlin de aquellos días.
“You Know You Know” es otro claro contraste de interesante concepto. Acá, la banda toma una frase y la reitera pero añadiendo delicados detalles como si se tratara de un canon. Es un tema en slow-tempo.
Esta segunda parte del disco debe haber inspirado, en parte, al genio de Robert Fripp.
Los tres minutos y medios restantes los ocupa “Awakening”, tema en el que toda Mahavishnu desboca su energía con una precisión que ofende al oído más exigente. El quinteto es arrollador en este “todos con todo” donde Rick y Billy soportan todo el peso de las 3 jotas, John, Jan y Jerry.
La musicalidad que fluye de estos músicos es provocadora, osada, astronómica y a mi juicio altamente meticulosa, y este tema es un claro ejemplo.
Celebremos entonces los 50 años de esta grandilocuente obra dándole un giro a nuestra máquina del tiempo ajustada para el 3 de noviembre de 1971.
Leonardo Bigott
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